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    CRÓNICAS DE CINE

    ¿Por qué Elizabeth Taylor odiaba que le llamasen Liz?

    Se cumplen 30 años desde que la leyenda de Hollywood pisó España por última vez.

    “Liz Taylor vendrá a Oviedo” publicaron gran parte de las cabeceras nacionales cuando la Casa Real anunció que la actriz había sido galardonada con el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia. Menos mal que cuando se publicó la noticia aún no estaba en España, porque llega a leer esos titulares y podría haber declinado su visita. Elizabeth Taylor (Londres, 1932) odiaba que le llamasen Liz. ¿La razón? Según ella, su nombre era mucho más. “Las personas que me conocen me llaman Elizabeth. No me gusta Liz porque no tiene nada de fuerza. Mi nombre completo es mucho más poderoso que esa abreviatura” aclaraba. La de 1992 fue su segunda visita a nuestro país. La primera fue en 1973 y nada más y nada menos que como la estrella de la 21ª edición del Festival de Cine de San Sebastián (y no exenta de polémica). Llegó al Teatro Victoria Eugenia una hora después de la presentación de Una historia en la noche. Había perdido el equipaje y la diva no se podía presentar en vaqueros y gorra ante el ansioso público donostiarra que le esperaba. Así que, improvisó cubriéndose el rostro con un sari. A su llegada no solo recibió abucheos, sino que la proyección que aguardaba su presencia decidió empezar sin ella. Taylor, que derrochó sonrisas y saludos, marchó al día siguiente, temprano. Apenas pasó 24 horas en la capital guipuzcoana, pero su presencia en el certamen supone una de sus históricas visitas. 

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    A Asturias vino diecinueve años después. Del brazo de Nelson Mandela la actriz fue ovacionada por un abarrotado Teatro Campoamor. Curiosamente, y como bien se ha mencionado anteriormente, Taylor no fue premiada por su carrera actoral sino por su contribución a la lucha contra el sida al frente de la Fundación Americana para la Investigación del Sida. Su última visita a nuestro país tampoco duró más de 24 horas. Fue recibida por los reyes en Madrid y después se trasladó a Oviedo, resfriada y en compañía de su caniche. Accedió a dar una multitudinaria rueda de prensa y, para la gala, vistió una enorme capa negra con un llamativo lazo rojo. “Ayúdenme a cambiar el mundo. Si no se cambia pronto esta tendencia, el futuro se volverá oscuro y todos tendremos las manos manchadas de sangre” suplicó a la sala y a todos los allí presentes, mientras agradecía el galardón concedido.

    Su padre le prohibió ser la hija de Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó.

    CRÓNICAS DE CINE Elizabeth Taylor

    Fue la mirada del cine por excelencia. Parecía violeta, pero en realidad era azul. Elizabeth Taylor llegó al mundo con un alarmante desorden glandular que cubría gran parte de su cuerpo de pelo negro. Aquella mujer que parió a la última reina de Hollywood también era actriz. Desde niña apuntaba ser una conocida niña de la alta sociedad británica, pero la futura estrella no creció en tierras inglesas sino que emigró a los Estados Unidos. Tras el anuncio de la Segunda Guerra Mundial la familia decidió trasladarse al continente americano y fue en ese viaje donde la Taylor se dio cuenta de que quería ser actriz: “Mami, yo también quiero ser actriz como Shirley Temple” dijo después de ver a la interprete y diplomática en la gran pantalla. A su madre le encantó la idea, pero su padre se negó a que su hija fuese actriz. De hecho, fue él quien impidió que fuese la hija de Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó. Su progenitora no desistió y siguió preparando a su hija para todas las pruebas que lanzaban las productoras, hasta que Universal se fijó en ella y le ofreció su primera oportunidad en There’s One Born Every Minute en 1942. 

    Elizabeth Taylor Crónicas de Cine By Iker Elduayen

    Pero a la compañía le pareció horrenda su intervención y rompió el acuerdo. Fue la Metro Goldwyn Mayer, que buscaba una niña adorable con acento británico para acompañar a la perra Lassie en La cadena invisible, quien confió en ella. Le siguieron pequeños papeles –Mujercitas es un ejemplo- hasta que se consolidó, en mayúsculas, en Fuego de juventud junto a Mickey Rooney. Sin duda, fue una estrella explotada. Por el día estudiaba el temario escolar y por la noche se dedicaba a memorizar guiones sin apenas tiempo para respirar. “No me dejaban ni ir al baño. Siempre tenía a alguien pendiente de mí. Era horroroso” declararía años después cuando los periodistas le preguntaban sobre sus primeros trabajos. 

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    Fue una niña consentida y rebelde en El padre de la novia, la pareja idónea de un atrevido Montgomery Clift en Una tragedia americana y la liberal y suertuda enamorada de Van Johnson en La última vez que vi París. Películas e interpretaciones que pasaron muy desapercibidas hasta que, en 1956, llegó Gigante. El filme dirigido por George Stevens reunió para reavivar disputas familiares por tierras llenas de petróleo a Elizabeth Taylor, Rock Hudson y James Dean, que entorpecieron el rodaje de la cinta por la supuesta proposición que Hudson hizo a Dean. La Taylor, intentando calmar las aguas, hablaba y calmaba a sus compañeros por separado.  

    Ganar su primer Oscar fue “uno de los episodios más desgraciados de su vida”.

    Pese a la inesperada tirantez que vivió con Paul Newman en La gata sobre el tejado de zinc, la actriz deslumbró como deseosa madre que debía lidiar con un problemático marido. Repitió con un guion del dramaturgo Tennesse Williams en De repente en el verano junto a Katherine Hepburn. La paciente internada en un hospital a manos de su fría tía le dio su tercera nominación al Oscar. La primera fue por El árbol de la vida y la segunda por la ya citada película La gata sobre el tejado de zinc (una de sus más representativas, por cierto). Ganaría la codiciada estatuilla en 1961, por la dramática Una mujer marcada en la que se venga del millonario Laurence Harvey robándole un abrigo de su esposa. Curiosamente el papel que le dio su primer gran premio fue para la actriz “uno de los episodios más desgraciados de su vida”. Las excesivas exigencias que puso la actriz para aceptar la película hicieron que las relaciones entre productora e intérprete se enfriasen totalmente. 

    Se prepara para su consagración cinematográfica: interpretar a la última reina de Egipto. Se alzó a la cima de Hollywood al retar a la productora a recibir un millón de dólares por interpretar a Cleopatra, pensando que jamás recibiría tal cantidad. Para su sorpresa, aceptaron y fue la primera actriz protagonista que recibía un millón de dólares por una película (lo que no consiguiese la Taylor…). A la vera de su tirante, problemático y cambiante marido Richard Burton, la película de más de cuatro horas supuso un antes y un después en la historia del cine.  

    Se consagró de nuevo con la magistral interpretación en ¿Quién teme a Virginia Woolf? donde hace una de sus mejores intervenciones en el cine. De nuevo junto a Burton, el duelo interpretativo de ambos en aquella perturbadora relación dotó a la Taylor no solo de la fama merecida de buena interprete sino de otro Premio Oscar. Sería el último galardón de la Academia por una interpretación. Aunque años más tarde volverían a acordarse de la actriz para hacerle titular del Premio Humanitario Jean Hersholt que recogería en manos de su amiga y recientemente fallecida, Angela Lansbury. 

    Por su última película, recibió el Premio a la Peor Actriz del Año.

    Aunque siguió treinta años más, su carrera jamás volvería a ser lo que fue. Rodó junto a Ava Gardner y Jane Fonda una cinta infantil que no funcionó como esperaba y se sumó al estelar reparto de El espejo roto, basada en la novela homónima de Agatha Christie. Su estela de diva hollywoodiense se fue apagando cuando la Taylor empezó a aceptar insignificantes intervenciones televisivas. Incluso se animó a subirse a los escenarios de Broadway pero sin la misma trascendencia. Curiosamente, su última participación en cine fue en Los Picapiedra donde era la superficial madre de Elizabeth Perkins, personaje por el que recibiría el Premio a la Peor Actriz del Año (cuántas vueltas da la vida). Definitivamente, dijo adiós a sus espectadores en 2001 cuando aceptó unirse al estelar reparto del filme televisado These Old Broads junto a Shirley Mclanine, Joan Collins y Debbie Reynolds, con la que se acabó reconciliando por el triangulo amoroso que protagonizaron (Taylor fue la amante y posterior esposa de Eddie Fisher que mantenía una relación marital con la diva mientras estaba casado con Reynolds).  

    Porque esa es otra: hablar de Elizabeth Taylor y no mencionar parte de su agitada vida personal es contar la historia incompleta. Es de sobra conocido su historial de maridos. La cifra asciende a siete maridos y ocho bodas ya que repitió con el ya mencionado Richard Burton. Diferentes perfiles constan en el currículo sentimental de la Taylor: desde futbolistas a actores, pasando por herederos de fortunas u obreros de construcción. Elizabeth Taylor era poco prejuiciosa y muy afín a las excentricidades. 

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    Su luminosidad se fue apagando durante la década en la que ya no trabajaba como actriz. Siguió al frente de algunas de sus instituciones pero sus graves problemas de salud le impedían tener más labores de la cuenta. Limitó al máximo sus apariciones en público. Se le pudo ver junto a la reina Isabel II cuando ésta le concedió el título de Dama Comandante del Imperio Británico. También hizo una excepción para ayudar a su amigo Michael Jackson en sus sonadas batallas judiciales e incluso asistió a su funeral privado en 2009. Se abrió una cuenta oficial de Twitter donde habitualmente desmentía o informaba de sus últimos diagnósticos para tranquilizar a sus fervientes fans. La utilizó hasta escasas semanas de fallecer, en 2011, conmocionando al mundo que se despidió de la última estrella del cine clásico. 

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      Iker Elduayen
      Iker Elduayenhttps://linktr.ee/ikerelduayen_
      Mi objetivo en el periodismo será siempre rememorar, porque considero injusto que aquello a lo que tanto quisimos, hoy quede en el olvido. En esta sección, reuniremos a todas esas grandes estrellas del Hollywood del blanco y negro (también del color) que formaron el lujoso star system de Los Ángeles

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