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    Tenerife

    Siendo mi chico medio tinerfeño, este era un viaje indispensable para hacer en familia y, de esta manera, ver los lugares en los que creció y conocer a un gran amigo suyo de la infancia que, además, nos acogió en su casa y nos hizo las veces de guía turístico. El mejor guía ya que no solo nos llevó en coche a cada rincón de la isla sino que nos contó curiosidades, anécdotas e información realmente interesante. Estamos inmensamente agradecidos.

    CARRETERA Y MANTA BY IZASKUN ZUBILLAGA

    Cogimos el avión en Bilbao, donde hacía calor y el sol brillaba, para aterrizar en Tenerife con niebla densa, llovizna y un fuerte viento. Pareciera que se hubieran intercambiado el clima entre las ciudades. Sin embargo, la temperatura en nuestro destino era bastante alta para lo que noviembre nos tenía acostumbrados en el norte de la península. 

    Ya que era la hora de comer, nos dirigimos a un guachinche, que es como llaman a los bares típicos canarios. Mi chico tenía muchas ganas de volver a disfrutar de platos canarios y de que yo los probara, así que dejé que pidieran ellos para compartir. Mi favorito fue el queso blanco a la brasa con miel de Palma (me declaro fan de esta miel), aunque también disfruté del escardón de gofio, las papas arrugás con mojo verde y mojo picón y, cómo no, del polvito uruguayo que pedí de postre. ¿Se nota que me pierde el dulce?

    Revista Fetén

    Un Viaje Inolvidable por Tenerife: Descubriendo la Magia de Garachico y la Grandeza del Teide en una Isla Llena de Sorpresas Naturales y Culturales

    Garachico

    Nuestra primera visita fue Garachico, un pequeño municipio costero. En este viaje, no quería perderme el mar, aunque con lo agitado que estaba tuvimos que mantener distancia. Paseando por la villa, en seguida me sorprendieron las construcciones coloridas, vivas y llenas de naturaleza que forman parte del estilo de toda la isla. Además, no podía dejar de fijarme en el aspecto de los comercios locales y de las cadenas conocidas, ya que presentan un aspecto especial para mí y congruente con la vida en la isla. Con letreros en madera y aspecto hogareño, invitan a entrar en sus terrazas valladas al más puro estilo tropical. Al mismo tiempo, nos topamos con construcciones más antiguas a base de piedra volcánica, como es el caso del Castillo de Garachico. Esto me chocaba visualmente, ya que, gracias a este material, las fachadas y muros son de color negro, en lugar del gris al que estoy acostumbrada. Sencillamente hermoso

    Con unos helados artesanales de frutas tropicales, fuimos testigos de la fuerza de las olas entrando en las piscinas naturales y del hermoso atardecer.

    Santa Cruz de Tenerife

    Desayunar con vistas al Teide por un lado y al mar por el otro me pareció un lujo. ¡Y sin salir de casa! Y es que, mires donde mires desde cualquier parte de la isla, las vistas son espectaculares.

    Decidimos dedicar un día entero para ver Santa Cruz de Tenerife con calma, así que llenamos una mochila con lo indispensable y cogimos la guagua. El Mercado de Nuestra señora de África guarda muchos recuerdos de infancia para mi chico, así que nos acercamos para saludar a una vieja amiga de la familia. Me fascina el ambiente caótico y alegre que se genera en los mercados. Después, visitamos el Museo de la Naturaleza y Antropología, que nos resultó muy interesante. Incluso a Alai que, con poco más de un año de vida, señalaba los animales, las rocas y las luces. Para comer, elegimos algo para llevar y lo disfrutamos en la Plaza España, a la orilla de la espectacular fuente que recuerda a una playa, donde metimos los pies y nos hicimos unas fotos ante la mirada divertida de otros turistas que pasaban por ahí. Más tarde, dimos un largo paseo por la Rambla, viendo diferentes plazas como la Plaza Weysler y la Plaza del Príncipe, y visitamos el auditorio de Tenerife cuya estructura me encantó. 

    Icod de los Vinos

    La mayoría de las personas que visitan Icod lo hacen para ver el famoso Drago Milenario en persona. Este árbol de 18 metros de altura fue declarado Monumento Nacional en 1917. Es espectacular, aunque nosotros nos conformamos con verlo desde fuera del jardín y así aprovechar el tiempo para otras experiencias, pues este municipio tiene mucho que ofrecer. Pasear por sus calles es rodearse de color, artesanía y naturaleza. Probamos las truchas de guayaba, que son unas empanadillas dulces, y entramos a la Casa del Plátano, donde aprendimos mucho sobre la fruta y la planta de la que proviene, además de disfrutar de un plátano canario que nos regalaron a cada uno (a Alai le encantan). Para terminar, decidimos entrar en el Mariposario, a pesar de que el precio nos parecía demasiado elevado. Y lo disfrutamos a lo grande. Tuvimos la gran suerte de ver nacer una mariposa en directo y ver a Alai sorprenderse con cada mariposa hizo que mereciera la pena. Sin duda, es un bonito lugar en el que pasar un rato (no hay límite de tiempo) y llevarse fotos y recuerdos especiales.

    Teide

    Dedicamos un día completo al tercer volcán más grande del mundo, aunque no ascendimos más allá de las cañadas. Aún así, resultó realmente interesante el pequeño road-trip rodeando el Teide, haciendo paradas en diferentes miradores para disfrutar de las vistas, así como en algunos de los centros de visitas como el Portillo, con un vídeo, información sobre el volcán y una visita por el jardín con las diferentes plantas, o el Museo Etnográfico Juan Évora en el que se puede ver cómo era la vida del último habitante del Teide. 

    Es uno de esos lugares difíciles de describir para mí debido a las sensaciones abrumadoras que me invaden. Ver las diferentes capas de lava volcánica, con las distintas coladas, mientras el volcán permanece dormido, me resulta conmovedor. Eso sí, una vez más las vistas eran espectaculares.

    Un día de relax

    Como queríamos aprovechar el buen tiempo que hacía, pero el mar estaba demasiado agitado como para bañarse en la playa, decidimos pasar uno de los días en el Lago Martiánez, un complejo con piscinas de agua salada del mar situado en Puerto de la Cruz. Es el lugar perfecto para disfrutar del sol escuchando las olas del mar pero sin los peligros de este. Eso sí, el agua de estas piscinas parecía sacada de la nevera, pero hasta Alai lo disfrutó. 

    Miradores

    Como comprobamos durante nuestro viaje, la isla está repleta de miradores. Y qué maravilla, pues las vistas lo merecen. 

    Aprovechando el intenso oleaje, fuimos a San Juan de la Rambla y nos acercamos al Charco de La Laja. Allí nos quedamos un rato viendo cómo las olas saltaban y se metían en un túnel de lava, hasta que una cayó sobre nosotros mojándonos. 

    También me fascinaron las vistas desde los miradores de Anaga y Taganana. Las casas construidas en la colina de este último me recordaron mucho a las de Hollywood.

    De este viaje me llevo muchos recuerdos, experiencias y sensaciones. La historia de una isla volcánica, viva, y de una sociedad arraigada a una roca con sus construcciones, negocios y forma de vida, es algo que me intriga y me fascina. 

    Puedes ver un pequeño vídeo resumen de este viaje en mis reels de Instagram @IzaZubillaga 

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