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    15 frases extraordinarias de Concha Velasco

    Por :Iker Elduayen

    Dijo Antonio Gala que “Concha es un regalo para los amigos, para los autores, para los espectadores y para los simples habitantes de su país” y es que nos quedamos cortos al decir que Concha Velasco (Valladolid, 1939) es patrimonio nacional. Qué menos después de más de sesenta y cinco años trabajando en cine, teatro y televisión. Porque siempre ha sabido adaptarse a todo tipo de registros y formatos. ¡Una polifacética, vaya! Ya se lo dijo su colega de Las chicas de cruz roja, Luz Márquez, cuando le llamó “gaseosa, La Casera”. Un comentario que no gustó demasiado a la entonces Conchita Velasco, pero que después acabó entendiendo e incluso alagando cuando ésta le explicó que “era gaseosa porque iba bien con todo”. Hoy cumple 83 años ya retirada de su idolatrada profesión. Rodeada de amor de sus familiares y seguidores, la profesión nunca se ha quedado atrás. Si su trayectoria es extensa, su lista de galardones no es menos: 9 Fotogramas de Plata, 2 Premios Max de Teatro, Goya de Honor, Premio Nacional de Teatro, Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, entre otros muchos. Como la Velasco ha siempre sido muy generosa dando declaraciones, he aquí una selección de frases que nos permiten retratar extraordinariamente a la artista más completa del panorama patrio. 

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    1. “¡Oh! Señora, no os oímos llegar”

    Fue su primera frase ante las cámaras. Había participado en otras películas como La reina mora, pero sin apenas relevancia. Con 17 años, se estrenaba como servicial doncella de Carmen Sevilla en La fierecilla domada (1956). Su personaje era mucho más potente en el guion, pero los nervios de la actriz impedían que articulase palabra, por lo que repartieron frases a sus colegas de cartel. “Salía tan borrosa que no he vuelto a ver la película, pero sí recuerdo haber ido muchas veces al cine para ver en los créditos finales mi nombre” declaró en su biografía. La estrella de la película jamás auguraría que aquella inquieta aspirante a primera actriz acabaría siendo su sustituta del legendario Cine de barrio

    2. “Bueno chicas, hay que buscar dinero”

    Ese era el cometido de Paloma, una sensual e implicada muchacha que tiene a su padre hospitalizado. Siendo la más bondadosa y sensible del cuarteto protagonista, fue la única de las cuatro que puso su voz al pasodoble con el que desfilaban cantando por Madrid Las chicas de la Cruz Roja. Además de un grandioso éxito profesional resultó también ser la primera película por la que Concha Velasco recibía un gran salario. A su madre le pudo comprar una nevera Edelweis, a su padre le llevó a comer una gran fuente de almejas, repartió e invitó a todos sus allegados e incluso dio la entrada para su primer coche. En la sala de maquillaje de la película conocería a su galán de cabecera, Tony Leblanc que “fue el mejor compañero que he tenido en toda mi carrera artística”.  

    3. “¡Esa canción es mía!”

    Le dijo enfurecida a Augusto Algueró cuando escuchó a Luis Aguilé cantando en televisión La chica yeyé (para él versionada en chico yeyé). El éxito musical más popular de la artista no fue propuesto ni meditado, sino que surgió por pura casualidad. La popularidad del tema fue gracias a la película Historias de la televisión, que protagonizó la actriz a las órdenes de su entonces pareja José Luis Sáenz de Heredia. El equipo tenía ensayada la canción Oh, John que la Velasco iba a interpretar junto a Los Botines, futuros Los Brincos. Un fallo técnico hizo que el público allí presente se impacientase más de la cuenta y fue Sáenz de Heredia quien animó a su pareja a que saliese a cantar La chica yeyé, hasta que el rodaje pudiese continuar. El público pidió vises y fue tal la aceptación del tema que decidieron incluir la canción en el filme. Aquella llamada a Algueró hizo que éste le diese la exclusiva a la protagonista de la película. El autor de la melodía consiguió que la discografía Belter se interesase por Concha como voz para el single. A partir de entonces, la repitió y la versionó mil y una veces y la insistencia le provocó rechazo, hasta hace varias décadas que cuando suena, sale a bailarla como una loca. 

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    4. “Vivo enamorada de un hombre que no puede casarse conmigo”

    Declaró en Semana sobre su ya mencionada pareja, José Luis Sáenz de Heredia, que era un hombre casado. Su romance en la profesión no era un secreto, pero la pareja sí se ocupó de ser lo más discreta posible. En su faceta profesional, la Velasco se ha codeado con los más grandes galanes del cine patrio. Desde Manolo Escobar a José Sacristán, pasando por Alfredo Landa o Fernando Fernán Gómez. De esté último destacó su habilidad para besar e incluso le hubiera gustado ir más allá, pero apareció Emma Cohen y no pudo ser. Juan Diego fue su siguiente pareja. Vivieron apasionadamente, pero sus ideas progresistas le impidieron comprometerse en matrimonio y ella decidió romper. Apareció entonces Fernando Arribas, reputado director de fotografía, que también estaba casado y tenía hijos. Su idilio con la actriz trajo al mundo a Manuel, primogénito de la Velasco, que fue una de las más mediáticas (no primera) madres solteras. El actor y productor Paco Marsó fue su cuarta y última pareja. Con él contrajo matrimonio en abril de 1977, pero fue casi una década antes cuando se vieron por primera vez.

    5. “Dalí era un genio, pero un estúpido”

    Año 1964. Luis Escobar le ofrece protagonizar en teatro Don Juan Tenorio. Un montaje innovador en la escena española, entre otras cosas, porque la escenografía corría a cargo de Salvador Dalí. En una de las fotografías promocionales, el equipo del clásico posaba en el patio de butacas y la inocente duda de Concha Velasco sobre qué cara poner provocó que el pintor respondiese: “Sonríe como si estuvieses cagando”. Aquello indignó tanto a la actriz que se esfumó cabreada y jamás apareció en las fotografías promocionales de aquella obra. La protagonista nunca entendió las múltiples extravagancias del genio. Escobar se le acercaba de vez en cuando intentando calmar a su musa: “Venga Conchita, está bien; es Dalí”. En el reparto figuraba un guapísimo actor de 17 años. Se llamaba Paco Marsó y, día sí día también, se dedicaba a piropear a la protagonista, llamándole guapa y persiguiéndole por los pasillos a la espera de que le firmase un autógrafo. Por cierto, mientras ella representó aquella función, el hermano de Concha empezó a salir con Geraldine Chaplin, por lo que la hija del histórico Charlot y la Velasco fueron cuñadas. 

    6. “Puta, puta, puta”

    “Hay un antes y un después en mi carrera con Tormento” reconoce. A las órdenes de Pedro Olea pudo demostrar su faceta dramática, pero no fue fácil llegar a ese papel. Nadie le veía en un personaje tan dramático y rígido como Rosalía de Bringas. Barajaban a María Asquerino o Aurora Bautista, pero Concha insistió tanto que movió hilos y su amigo Eloy de la Iglesia le presentó a Pedro Olea. “Te daría el papel de Amparo, pero ya está apalabrado con Ana Belén. Eres demasiado joven para hacer de Rosalía”. Pero Concha seguía empeñada. Ella no hacía pruebas, porque ya tenía una trayectoria que le abalaba, pero recalcó su intención de hacer un casting. Engordó 15 kilos a base de cortisona, se puso algodones en la boca pegados a chicles e hizo la prueba. “No sé si Conchita está en edad o no de hacer este personaje, pero se lo sabe tan bien, tiene tantas ganas de hacerlo que creo que le debemos dar la oportunidad”. Y lo hizo. Concha Velasco maldiciendo a Ana Belén y llamándole reiteradas veces “puta” mientras el tren se aleja ya es parte de la historia del cine español. 

    7. “Me di cuenta de que acababa de hacer el papel de mi vida”

    Decisiva función en su trayectoria teatral. Dirigida por Adolfo Marsillach, Yo me bajo en la próxima, ¿y usted? fue un verdadero éxito: llenos diarios, localidades agotadas y un espectáculo que se amortizó enseguida. Junto a Pepe Sacristán, encarnaban a una casual pareja que decide casarse sin augurar que su idílico matrimonio acabará resultando un infierno. En la primera ovación en el Teatro de la Comedia de Madrid en 1981, la Velasco se dio cuenta de la trascendencia de esa función, tal que, años después el propio Sacristán adaptaría la obra al cine con él mismo y Concha Velasco como protagonistas. Fue en mitad de la gira cuando al de Chinchón le ofrecen La colmena.

    8. “En la historia del cine hay tres besos: el de Rhett Butler y Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó, el de John Wayne y Mauren O’Hara en El hombre tranquilo y el de José Sacristán y Concha Velasco en La colmena

    “Son los tres besos que más me han impactado de la historia del cine. ¡Y uno es mío!” remataba riendo a dicha afirmación. Curiosamente Concha se negaba a hacer la película. Sacristán aceptó al instante, teniendo que decir adiós a la función que representaba junto a la actriz, pero ella fue más terca. “No lo quería hacer: estaba cansada y me parecía poca cosa para lo que había conseguido hasta entonces”. José Luis Dibildos, el productor, le perseguía por los camerinos del teatro y le coaccionaba diciendo que, si ella rechazaba, la película no podría hacerse. Aceptó, qué remedio. La verdad es que Mario Camus logró reunir a un fortísimo elenco patrio. A la vera de grandes actrices como Ana Belén, Charo López, Victoria Abril o Fiorella Faltoyano, la prostituta con grandes aspiraciones culturales encarnada por la Velasco destacó a pesar de su escasa participación.

    9. “A nivel de éxito, fue tan importante Santa Teresa como Chanquete”

    La serie, a la que ahora denominaríamos biopic, dirigida por Josefina Molina, conmocionó a todo el país. En un principio no iba a ser una sino dos las actrices protagonistas: Ana Belén haría de Teresa joven y Lucía Bosé de Teresa mayor. Al final, convencieron a la directora de que Concha Velasco servía para interpretar a las dos con un buen maquillaje. Molina acudió al teatro y le contrató. Constante y obediente, si algo sabía Josefina Molina es que la actriz se aprendería bien el texto. Hasta cuatro horas se pasaba en maquillaje para caracterizarse de la santa abulense. Tampoco necesitó demasiada ayuda externa porque fue tal su implicación y unión con el personaje que en más de una ocasión creyó estar en trance. Llegó a asustar a la directora cuando ésta se fijó que su protagonista sangraba de la frente, suponiendo que la mística se había rencarnado en la vallisoletana, cuando todo se trataba de un tocado demasiado prieto con unas horquillas insufribles. En una de las series más vistas de Televisión Española, la Velasco se convirtió en figura de culto para el público que se le acercaba a pedirle estampitas, a que les bendijese ofrendas o les santiguase en mitad de la calle. En el capítulo final, cuando moría Santa Teresa, un vecino tuvo que bajar a su niña, que lloraba desconsolada, para que la pequeña comprobase que la santa seguía viva. Entre Santa Teresa y Chanquete… ¡cuántos traumas!

    10. “Mamá, quiero ser artista”

    Así cantaba la Velasco a su madre en el espectáculo homónimo. Basada en una carta de su verdadera progenitora, donde narraba cómo acompañaba a su hija, Ángel Fernández Montesinos y Juan José de Arteche elaboraron un espectáculo de revista musical para ella. Junto a su marido, Paco Marsó, decidieron hacerse cargo de la producción y a la vera de su gran amigo Paco Valladares y otros compañeros, la actriz deleitaba al público vestida con un mono negro y una camisola azul en la que dividía a la sociedad: “Hay y dos clases de gente nada más: los artistas y todos los demás”. 

    11. “Tengo dos amores platónicos: Sean Connery y Luis García Berlanga”

    Lo dijo hace bastantes años, porque en sus últimas intervenciones, declaró que Connery le parecía “un anciano espantoso”. Curiosamente, en su etapa de presentadora, Concha se codeó con lo mejor del cine y la música estadounidense. Pudo conversar con Liza Minnelli, Cher, Will Smith o Shirley MacLaine; pero jamás con el popular Agente 007. Y eso que siempre se ha dicho que ella exigía por contrato que se intentase, por todos los medios, lograr que el actor le concediese una entrevista, pero ni por esas. Con el segundo tuvo trato y mucho. De hecho, el valenciano le dirigió en la que fue su última película París-Tombuctú para la que Concha suplicó al director hasta la saciedad. “Me ofrezco para lo que sea: para el catering, de figuración, de vestuario… ¡lo que sea!”. La súplica le hizo gracia y le advirtió que tenía que salir desnuda. Al día siguiente le envió el guion y fue Trini en la última cinta del legendario realizador. “Estás elegida hija” le dijo el valenciano. 

    12. “Esta vez sí, me dan el Goya”

    Dijo orgullosa cuando se vio en Más allá del jardín, la película de Pedro Olea. Concha Velasco nunca fue la primera opción. El papel era para Catherine Deneuve, hasta que pensaron en un rostro español y se lo ofrecieron a Marisol, pero dijo que no porque ya se había retirado definitivamente del cine. En vista que buscaban una rubia, Concha Velasco decidió teñirse la melena y así obtuvo el beneplácito del productor. Aquella aristócrata decidida a dejar atrás su acomodada vida para dedicarse a los demás le dio su segunda nominación al Goya. Fue la noche de la derrota la que relató en su discurso del Goya de Honor que recibió por parte de la Academia en 2013. “No te lo van a dar, no te lo van a dar y no te lo van a dar”. Porque estás muy vista en la tele” le dijo Antonio Gala, el autor de la novela en la que se basaba la película. Curiosamente, fue su sobrina Manuela Velasco la encargada de darle el galardón. Ella ya tenía un Goya (el de Mejor Actriz Revelación por REC). Su tía se lo recordó con su habitual sentido del humor. “No saben ustedes lo que supuso para mí que Manuela tuviera un Goya”. 

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    13. “Hoy no te voy a decir que no”

    Contestó en Herederos a Gines García Millán cuando éste le dijo: “Carmen, eres una hija de puta”. La perversa matriarca de la familia Orozco sucumbió a la audiencia española que le rendía pleitesía a la todavía recordada ficción televisiva durante tres temporadas y treinta y siete capítulos en Televisión Española. La trama recordaba mucho a la legendaria Falcon Crest, donde la matriarca Angela Channing también era la mala malísima. A la Velasco no le importo dicha comparación, pero “no es lo mismo lo que pasa en California que lo que ocurre en El Escorial”, Sobre esta serie, Concha Velasco declaró que “había recuperado las ganas de vivir”. 

    14. “Es la única tragedia que no ha interpretado Núria Espert”

    Respondió ni corta ni perezosa en la rueda de prensa de Hécuba. A Concha Velasco siempre le pesaba no haber hecho teatro clásico. José Carlos Plaza ideó para ella una nueva adaptación de la tragedia de Eurípides. El espectáculo congregó en Mérida a más de 20.000 fieles al teatro que disfrutaron de una de las mejores interpretaciones teatrales del currículo de la actriz. De hecho, la obra estaba ideada para que solo se representase en Mérida en el Festival de Teatro Clásico, algo que a la Velasco le parecía un despropósito. Así que, convenció a Jesús Cimarro (productor de Hécuba) para que permitiese una gira y una estancia en Madrid. 

    15. “Que sean ustedes muy felices y hasta siempre”

    Así se retiró en el Teatro Bretón de Logroño el año pasado. Su habitual y cercana costumbre de hablar al público terminada la función permitió que Concha Velasco soltase un breve agradecimiento en la que fue su última representación. Su delicada salud y sus ochenta y dos años le habían llevado ya a pasar el testigo de Cine de barrio a Alaska, renunciar a varios proyectos y reducir su agenda. Pero la Velasco permaneció en píe todo lo que pudo. Hizo Malasaña 32, una película de terror; Las chicas del cable y varias obras escritas por su hijo Manuel. La habitación de María es la última pieza de la artista que hoy descansa alejada de la profesión que tanto le ha dado. 

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    Iker Elduayen
    Iker Elduayenhttps://linktr.ee/ikerelduayen_
    Mi objetivo en el periodismo será siempre rememorar, porque considero injusto que aquello a lo que tanto quisimos, hoy quede en el olvido. En esta sección, reuniremos a todas esas grandes estrellas del Hollywood del blanco y negro (también del color) que formaron el lujoso star system de Los Ángeles

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