Turismo en Sri Lanka

Lanka, Ceilán, Serendib, La Perla del Índico, la Lágrima de la India y, según Marco Polo ,“la isla más bonita del mundo”…Son numerosos los apodos que distintos pueblos -desde árabes hasta europeos- le han puesto a este pequeño gran país a lo largo de su historia y, después de visitarlo, cualquiera de ellos sabe a poco porque todos hacen de esta “la isla de los mil nombres”.

Texto y Fotos: Brezo Rodríguez    

No sólo bella sino valiente, Sri Lanka ha sabido resurgir una y otra vez de las numerosas invasiones y enfrentamientos que le han abatido a lo largo de su historia, algo que sin duda enorgullece a los srilankeses. Y es que, en contra de lo que se podría pensar, su privilegiada ubicación le ha provocado muchas más turbulencias que beneficios. 

Pese a la hegemonía de Anuradhapura, cuando llegaron los Portugueses en el siglo XVI, el país estaba dividido entre los reinos tamiles y cingaleses – etnias que todavía hoy predominan en el país-. Así, los españoles habían fracasado en su viaje a las Indias en busca de las especias que tanto furor causaban en Occidente, pero a cambio descubrieron nada menos que América, así que la colonización lusa tenía que abrirse camino de nuevo en Asia y sin duda “La perla del Índico” se convirtió en un gran enclave para el crecimiento comercial del entramado colonial del país vecino. Aquí se consolidaba Ceilán -el nombre vigente hasta 1972-.

Los portugueses no sólo supieron aprovechar las virtudes de su emplazamiento sino que rápido comenzaron a aprovechar la riqueza natural de este país y, menos de 

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un siglo después, despertaron el recelo de los holandeses, que también viraban sus ansias coloniales hacia el sureste asiático. De esta manera, ambos reinos europeos dejaron una amplia huella en Sri Lanka, tanto arquitectónica como cultural. El cristianismo, las fortalezas, las casonas coloniales son hoy parte del atractivo de las grandes urbes del país que culminarían posteriormente los ingleses, quienes permanecieron en la isla hasta la proclamación de la independencia en 1948.

Su proximidad con la India hizo imparable la expansión del budismo que, pese al colonialismo, se ha mantenido como la religión mayoritaria del país. A este gran culto a Buda le debe el país la mayoría de sus espectaculares templos y también un gran flujo de peregrinos a dos de sus principales ciudades; Kandy, donde se guarda “el diente de Buda” y Anuradhapura, donde se conserva el árbol Sri Maha Bodhi, nacido de un esqueje del árbol que dio la iluminación a Buda. 

Pese a su ajetreada historia, Sri Lanka ha conservado su exuberancia natural, aquella que embriagaba a los ejércitos europeos que llegaban a un vergel rebosante de una fauna y flora desconocidas. Para un europeo de la época resultaba difícil sobrellevar un clima tan tropical como este, pero uno se puede imaginar lo abrumador que resultaría abrirse paso a lomos de elefantes, despejando la exótica vegetación por el camino y en un estado casi febril, para descubrir la espectacularidad de las ciudadelas tamiles o cingalesas y sus espectaculares templos.