Gina Lollobrigida; la mujer más bella, fuerte y famosa del mundo
La diva italiana fallecía el pasado 16 de enero a los 95 años dejando uno de los legados más jugosos del casi desaparecido star system cinematográfico.
Crónicas de Cine by Iker Elduayen
Siempre superlativa, con mucho carácter y, posiblemente, la diva menos diva. Así era Gina Lollobrigida, la musa italiana que fallecía el pasado 16 de enero a los 95 años. También fue siempre “la mujer más guapa del mundo”, hipérbole que le fue adjudicada cuando protagonizó la película homónima de Robert Z. Leonard basada en la vida de vedette, soprano y actriz Lina Cavalieri; y que, por desgracia, hizo siempre que su trabajo como actriz quedase relegado a un segundo plano. “No me siento satisfecha de mi carrera. Me siento agradecida por las oportunidades que se me han dado, pero creo que aún tengo mucho que demostrar”, declararía ante Cristina Morató en 1986. Tras esas rotundas declaraciones, apenas recibió ofertas laborales. Aceptó cameos a las órdenes de Agnes Vardá y Ezio Greggio, pero los grandes personajes que tanto ansiaba interpretar jamás llegaron. Es cierto que su presencia en el cine había comenzado a decaer hace varias décadas, por lo que se tuvo que conformar con pequeñas intervenciones en televisión (Falcon Crest o Vacaciones en el mar) y se volcó en sus verdaderas pasiones: la fotografía, la pintura y la escultura. Hábil en todas esas disciplinas, la actriz siempre supo reinventarse. Expuso sus mejores piezas bronceadas en galerías internacionales de Paris, Moscú o Venecia y se autoproclamó como intrépida fotoperiodista al hacer exclusivas fotografías a colegas como Paul Newman o Audrey Hepburn y entrevistas a destacados personajes de primer nivel como Pelé, Dalí o Fidel Castro. Hacía tiempo que el cubano se negaba a dar declaraciones y fue la perseverancia de la italiana la que consiguió una histórica entrevista de la que, parece, salieron algo más que titulares: “La conocí bien. También estábamos enamorados, pero era un amor platónico”, confesaría él años más tarde.
Revista Fetén
LA LOLLO VS LA LOREN: EL DUELO DE LAS DIVAS ITALIANAS
Pero lo cierto es que la “Lollo” (como también se le llamó tiempo después) no quería ser actriz sino artista plástica. Estudiaba Bellas Artes en Roma cuando un cazatalentos de una productora de cine le ofreció debutar en ese medio. Ella se negó, pero insistieron. “Le pidieron a mi madre que me convenciera y me dijeron que me pagarían mil liras. Así que les contesté que mis honorarios ascendían al millón de liras, pensando que así zanjaría el asunto. Pero ¡dijeron que sí!”, recordaba hace no mucho tiempo a Vanity Fair. Un año después se disputaba el título de Miss Italia con Lucía Bosé (que resultó la ganadora), Eleanora Rossi Drago o Silvana Magnano, entre otras. Un evento que abrió muchas puertas a los futuros rostros del cine italiano. Precisamente, de la relación con sus colegas de profesión, los medios siempre se han hecho eco de la supuesta rivalidad que protagonizó con Sophia Loren. Lollobrigida siempre ha mantenido que el conflicto se lo inventó la propia Loren junto a su equipo de prensa, con el único fin de mantenerse en el candelero y dar contenido a la prensa. Las aguas volvieron a su cauce cuando la más joven obtuvo un espacio en la industria. No obstante, Loren volvía a pronunciarse el pasado enero, a raíz del fallecimiento de su “amiga” con el siguiente comunicado: “Estaba demasiado rota de dolor y no podía encontrar las palabras adecuadas. Querida Gina, tu cuerpo se ha extinguido, pero la luz de tu estrella seguirá brillando sobre nosotros y en nuestros corazones, para siempre. ¡Te quiero, Gina!”.
SALTO A HOLLYWOOD CON HOWARD HUGHES
No era muy dada a recordar sus inicios. “No quiero recordar esa época”, sentenciaba. Y los periodistas, encargados de entrevistar a la diva itálica, debían pasar a otra cosa. Al principio se hacía llamar Gianna Loris y hacía multitud de anuncios y fumettis (fotonovelas italianas) para ayudar económicamente a su familia, destruida económicamente a raíz de la Segunda Guerra Mundial. Las penurias desaparecieron cuando su carrera comenzó a despegar a partir de 1947, rechazando algunas de las más importantes películas de la época por priorizar su vida personal. En 1949 se casó con el médico esloveno Milko Skofic, que tiempo después dejó de ejercer para convertirse en su inseparable manager y padre de su único hijo, nacido en 1957. Su salto a Hollywood se produjo en 1950 cuando Howard Hughes, el más poderoso magnate de la industria, vio a una joven deslumbrantemente bella en bikini. El productor localizó a la muchacha y le invitó a hacerle una visita a Los Ángeles, pero la intérprete solo recibió un pasaje de avión en vez de los dos acordados. “Mi esposo se fio de mí. Me dijo: Ve. No quiero que algún día afirmes que no te dejé desarrollarte profesionalmente. Y me fui sola”, recordaba en 2016. Pero las intenciones de Hughes iban más allá del trabajo y durante su estancia en América, este no paró de acosarle.
GRAN ACTRIZ A LA VERA DE GRANDES GALANES
Poco se ha hablado de su esencial aportación al séptimo arte, sobre todo al cine italiano y a la corriente neorrealista que lanzaría al país a la fama. Tras varias breves apariciones, en 1953 llegó el lanzamiento definitivo con la romántica Pan, amor y fantasía, la exitosa comedia italiana de Luigi Comencini. Un año después llegó a Hollywood, a una exitosa superproducción, La burla del diablo, dirigida por John Huston y donde compartió cartel junto a Humphrey Bogart, quien dijo lo siguiente de su compañera de reparto: “Marilyn Monroe parecía Shirley Temple a su lado” (salvando las distancias y dando por hecho que todas las comparaciones siempre son odiosas). Pasó de encarnar a una atormentada joven en La romana a girar como trapecista con el circo que compartía con Burt Lancaster y Tony Curtis en Trapecio. Fue la magnánima reina de Saba en Salomón y la reina de Saba, donde dirigida por King Vidor debía seducir a un inocente Yul Brynner. En sus siguientes filmes la “Lollo” se codeó con los grandes galanes de la época dorada. Cortejaba a Frank Sinatra (con quien se rumorea tuvo un romance) con Steve McQueen por medio en Cuando hierve la sangre, pelearía duramente con Sean Connery en La mujer de paja y mantendría una secreta relación con Rock Hudson en Cuando llegue septiembre. También compartió cartel con el actor años después en Habitación para dos, manteniendo una estupenda relación que, según confesó Gina, pudo ir a más. “Yo creo que en esa época no era gay, la gente puede cambiar. Cuando rodábamos las escenas de amor él se mostraba de lo más… normal. Yo le gustaba muchísimo y notaba algo… Aquello era algo más que un beso. Fue la persona más adorable con la que he trabajado en toda mi vida”, diría sobre el intérprete que se atrevió a verbalizar por vez primera que padecía sida.
Pero la que tantas veces conquistó en la gran pantalla no consiguió nunca estabilidad sentimental. “Cuando he dado con la persona indicada, ha huido de mí. Soy demasiado fuerte, demasiado famosa. Los hombres importantes no quieren vivir bajo tu sombra”, sentenció la actriz al periodista James Reginato. Se divorció de su primer marido tan pronto como se aprobó la ley del divorcio en Italia (1971) y aunque hubo una larga lista de amantes y novios más estables (los cuales ella nunca ha querido confirmar), ninguno fue tan serio como su siguiente marido, Javier Rigau, casi cuarenta años menor que ella: “Me parece la diferencia de edad perfecta entre un hombre y una mujer”, según él. Una polémica que todavía hoy suscitaba el interés de la prensa. El catalán ejerció de viudo de la diva en el multitudinario funeral que se celebró en Roma hace tan solo un par de meses y en el que Italia despidió a una de sus últimas grandes estrellas.
