

Roma es una ciudad visual, que rezuma historia por todos sus poros, pero también es una ciudad viva, caótica, que se deja disfrutar y que enamora al viajero de muchas formas. Es una ciudad que necesita más que una visita de unas horas, necesita días y días, para poder conocer bien su esencia, y porque no, sus aromas y sabores, una ciudad para gozar también de su gastronomía, la cual es fácil encontrártela por las calles, en forma de pizzerías ambulantes, heladerías o puestos de frutas
Que comer en… Roma
Conozcamos un poco esa Roma gastronómica, y digo un poco, porque la oferta es enorme y es una atracción más de este viaje.
Es posible comer barato en muchas zonas de la ciudad, pero lógicamente hacerlo en sitios
próximos a monumentos incrementa el precio, aunque puede hacer de esto una
experiencia más que recomendable. Como digo, en todas las zonas se encuentran
unos locales llamados “Tavola Calda”, que son una especie de buffet de comida
lista. Una forma también de disfrutar de una comida rápida sin perder el tiempo
es simplemente comprar pan y algún embutido o queso típico italiano como el
salami o el riquísimo queso Parmesano. Enfrente de la Fontana de Trevi hay una
tienda de delicatesen a precios razonables donde los puedes encontrar. Tras
echar la moneda a la fuente puedes disfrutar de tu panino, mientras contemplas
una de las postales más recurrentes de Roma.
Y qué mejor que de postre un helado o gelato. Famosos son los helados italianos en todo el
mundo, pero si quieres hacerlo en la más visitada de esta ciudad y una de las más famosas del mundo, tendrás que ir a “Giolitti”, toda una institución desde 1890 y en la que son famosos sus helados cremosos como el croccantino al ron o al Grand Marnier. “Giolitti” se encuentra muy cerca de la plaza del Panteón.