Salas de escape, scape, escape room, juegos de escape…estas y otras definiciones se están utilizando cada vez más y están despertando el interés de un buen número de personas, que ya se autodenominan “escapistas” y que lejos de ser unos frikis, están entusiasmados y enganchados a estos juegos que ya son tendencia y que te hacen ser el protagonista de tu propia película… ¿Te atreves?…

Escape room en Logroño

Amaya Jubera, tuvo muy claro desde que comenzó a jugar que ella quería montar su propia sala de escape y dicho y hecho. Maze Room es su proyecto, desde el principio hasta el final. Ella ideó la historia, las claves, el juego y hasta la decoración. El asesino de la red nació de su creatividad y día a día, desde que comenzó en julio del año pasado, atemoriza a equipos de 4 o 5 personas y hace que en tan solo 60 minutos utilicen su cerebro, astucia e ingenio para no dejarse atrapar por él.

Y hasta aquí puedo leer, porque en toda sala de escape la sorpresa es el elemento fundamental. Eso y las ganas de pasarlo bien, porque os aseguro que lo vais hacer, aunque no lleguéis al final.

Contra lo que la mayoría de la gente piensa, una sala de escape no es un juego para frikis. En realidad se trata de un juego interactivo en el que, como si fuese una película, se deben resolver retos utilizando el cerebro, nunca la fuerza. Es verte a ti mismo contra tu propio cerebro, como bien nos lo describe Amaya. De esa forma debes llegar al final de la sala, con un chute de adrenalina incluido.

Para ello los participantes cuentan con la ayuda de un/a Game Master, que además de llevar el juego, te introduce en él y si en algún momento os sentís atascados os dará pistas o pautas para que continuéis y disfrutéis. En el caso de Amaya y al tratarse de una sala particular, su participación es importante.

Podréis encontrar esta escape room en Logroño

Para crear una sala de escape hace falta una buena dosis de imaginación y ponerla al servicio de una buena historia y de decorados que la sostengan. ¿El hándicap?…los clientes no se pueden fidelizar a menos que se trate de dos salas, una vez realizada lo que buscas es hacer otra y después otra y otra más…pero siempre salas diferentes con historias y pruebas diferentes. Para ello cada vez existen más salas, de diferentes temáticas, miedo, aventura, misterio…para gustos, los colores, en este caso las historias.

Para un público variopinto y de todas las edades, familias con niños incluidos, las salas de escape suponen una alternativa de ocio original y sobre todo apto para pasar una hora divertida disfrutando de lo que la sala en sí te propone, del juego, y si ya conseguís salir, es la guinda del pastel. Pero el consejo de Amaya es que juguéis, que gocéis con la ambientación y con la historia y que os olvidéis de salir pronto.

Pero no todo son bondades en este negocio en creciente aumento. Al tratarse de una actividad de “reciente creación” existe el problema de que no hay un epígrafe, con el desconocimiento que conlleva. Por todo ello, en ocasiones y como le ha ocurrido a Amaya, debes cumplir unos requisitos para los que la actividad no es realmente necesaria. Y desde aquí ella quiere hacer un llamamiento y es que los ayuntamientos creen un epígrafe en concreto para  que esta se pueda desarrollar correctamente.

Por lo demás y en palabras de la propia Amaya: “Si quieres pasar un rato diferente, un rato que te va a hacer pensar y quieres gozar y te gusta ponerte a prueba, ir contra tu propio cerebro, entonces ven que vas a disfrutar, lo mismo en mi sala que en cualquier otra”…

Continua leyendo este articulo en el Número 26 de Icruceros