CARRETERA Y MANTA

    Un road-trip por Estados Unidos, parte Ii. Atlanta y Helen, Georgia

    Por: Izaskun Zubillaga

    Si un road-trip normal me permite ver ciudades enteras y lugares que de otra manera no conocería en poco tiempo, es impresionante la cantidad de experiencias que se viven en uno de un mes. Como mencioné en el último artículo de Carretera y Manta, tras visitar Tybee Island nos dirigimos a Atlanta, Georgia, donde pasaríamos casi un mes haciendo pequeñas excursiones

    Acuario de Georgia 

    Junto a World of Coca-Cola y al Centro Nacional de los Derechos Civiles Humanos (al que acudieron mis padres y al cual espero ir la próxima vez), el acuario de Georgia se encuentra en la misma zona del centro de Atlanta, al otro lado de la carretera del conocido Centennial Olympic Park (visita indispensable para quienes sigan los Juegos Olímpicos, ya que fue construido para los celebrados en la ciudad en 1996). Como defensora de la libertad y protección de los animales no tenía intención de entrar al acuario, así como no lo hice en mis dos visitas anteriores a Atlanta. Sin embargo, me gustó tener la oportunidad de ver algunas especies que de otra manera me sería imposible. Se trata de uno de los acuarios más grandes del mundo con sus más de 30 millones de litros de agua para albergar alrededor de 100.000 animales, entre ellos, un tiburón ballena que es realmente impresionante ver nadar.

    Revista Fetén

    Pero, ¿por qué recomendaría realmente visitar el acuario de Georgia? Por la parte educativa. Y es que en cada rincón puedes encontrar carteles con información detallada, profesionales que responden a todas tus preguntas e, incluso, zonas con actividades sensoriales para descubrir y aprender sobre el fondo marino, la importancia de cuidarlo y cómo podemos hacerlo. Así que, el acuario de Georgia puede ser un buen lugar para visitar en familia. Eso sí, aunque en la entrada indicaban que se tarda 2h en ver todas las instalaciones, nosotros estuvimos toda una mañana (quizá 3h o 4h) porque nos parábamos a leer los carteles y a ver a los animales detenidamente. Además, el Acuario dispone de un restaurante donde poder descansar o parar a comer.

    Respecto a si los animales están bien cuidados quiero pensar que así es. Aunque los delfines me pareció que tenían poco espacio… Siempre me quedo con esa sensación contradictoria ante los lugares que albergan animales.

    Algo que me sorprendió es que para quien no pueda acudir a las instalaciones en persona, el acuario de Georgia ofrece vídeos en directo de algunas de las salas en su página web de manera gratuita.

    Stone Mountain es una montaña de piedra con una subida algo costosa desde donde se divisa el skyline de Atlanta 

    World of Coca-Cola

    Sin ser muy devota de esta bebida, el museo World of Coca-Cola llamaba mucho mi atención por ser una marca mundialmente conocida, por el marketing que tiene y por el hecho de que parte de la experiencia incluye probar bebidas que fabrica para todo el mundo. Reconozco que mis expectativas sobre esta última parte estaban demasiado altas, pero resultó muy divertido.

    Por supuesto, toda la visita gira en torno al plan de marketing de Coca-Cola y su famosa “fórmula secreta”. Que si existe… Que si no… Que si fue un invento para atrapar al público cuando surgieron competidores… Sin embargo, como todo lo que hace Coca-Cola, es muy atractivo e interesante. No te voy a desvelar toda la visita por si un día quieres acercarte. No seré yo quien te la estropee con spoilers. Lo que sí te diré es que, si te dejas llevar de principio a fin, te adentrarás realmente en el Mundo de Coca-Cola, una montaña rusa de emociones (¿alguien más se emociona con sus anuncios?), un viaje en el tiempo, aprenderás sobre el proceso de fabricación tanto de los recipientes como de las bebidas, podrás aprender jugando sin importar la edad… Y tendrás la oportunidad de probar entre las más de 100 bebidas que Coca-Cola fabrica en todo el mundo, incluyendo diferentes sabores de Coca-Cola, sorprendentes zumos y hasta una cerveza. Aunque debo reconocer que acabé saturada y que mis favoritas fueron una española y otra que me recordaba a una española. ¡Soy muy sencilla!

    Stone Mountain 

    Siendo mi tercera vez en Atlanta y conociendo esta montaña, no quisimos irnos sin volver a subir a la cima. Como su propio nombre indica, es una montaña de piedra con una subida algo costosa que, sin embargo muchos hacen corriendo (nunca he tenido esa clase de resistencia) o con niños. Esta vez, elegimos otro camino que, a mi parecer, resultó más complicado y más hermoso al mismo tiempo. Lo que más dificulta el ascenso es el suelo de piedra liso en muchas zonas, lo que hace que resbale, y el último tramo, que es más empinado.

    Sin embargo, todo merece la pena al llegar a la cima y darse la vuelta para contemplar las impresionantes vistas. Con el skyline de Atlanta y un manto verde, es el mejor lugar de la zona para ver el cielo teñirse con los colores del atardecer mientras el sol se va escondiendo en el horizonte. 

    También hay un teleférico para llegar a lo más alto y volver al pie de la montaña, aunque en nuestra última visita a Stone Mountain estaba cerrado.

    Helen

    Como excursión de día fuera de Atlanta, nos dirigimos al norte de Georgia para enamorarnos de Helen. Se trata de un pequeño pueblo diseñado en 1912 con estilo bávaro (con código de construcción obligatorio por ley para mantener la esencia) que parece sacado de un cuento. Con referencias a Hansel y Gretel, una pequeña montaña rusa, luces y decoración navideña todo el año (¡lo que me gustaría visitarlo en esa época!) y artesanía en cada esquina resulta un pueblo creado para el turismo y muy hogareño al mismo tiempo. Mientras la construcción de los edificios te hace creer que estás en los Alpes, las calles y las tiendas te recuerdan que no has salido de los Estados Unidos. Sin duda, en 1912 encontraron la mejor manera de revivir aquella ciudad maderera que fue.

    Lo mejor de pasar tanto tiempo de visita en una ciudad como Atlanta es la cantidad de actividades que puedes hacer, no tanto como turista, sino como si vivieras ahí. Por ejemplo, ir a centros comerciales, hacer las compras en los inmensos supermercados, cenar en un sports bar con las innumerables pantallas retransmitiendo en directo diferentes partidos de diversos deportes (demasiado estimulante para mí) o visitar diferentes parques como Piedmont Park o Chastain Park, ambos muy diferentes entre sí, teniendo el primero más caminos para pasear y césped para disfrutarlo de diferentes maneras y el segundo, sin embargo, estando más preparado para practicar deportes como el golf o el baseball, aunque también disponga de caminos y bancos-columpios con vistas a un río que cruza el parque. Personalmente, me encanta ir a lugares de turista y vivir experiencias como si viviera ahí, y los road-trips facilitan mucho este tipo de vivencias. 

    Una de nuestras siguientes paradas como turistas de manual fue la popularmente conocida como Ciudad de la Música, lugar que esperábamos visitar con muchas ganas. ¿Sabes de qué ciudad hablo? ¡Te lo cuento en el siguiente artículo de Carretera y Manta!

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