Viajar es el descubrimiento de uno mismo y de un destino que nos muestra su carácter, su cultura y sus misterios.Mancharse los zapatos, romperlos de tanto caminar, caminar descalza.Ir sin rumbo fijo, sin seguir la ruta fijada, perderse. El placer de no saber adónde te diriges. Es otra forma de explorar y de permitir que el camino te cautive y te sorprenda. Dejar que sean tus impulsos los que te muevan.

Viajar sin tener ninguna imagen de lo que vamos a encontrarnos. Permitir que nuestros ojos disfruten de paisajes nuevos, que nunca hayan visto antes ni en fotos, ni de otras formas.Llegar a nuestra meta y temblar de emoción, mientras nuestras lágrimas caen desconsoladamente a la par que escuchamos una melodía brotar de nuestra imaginación. Viajar es crear realidades y soñar a cada instante.Cerdeña es el resultado de un cúmulo de culturas que nos permite vivir su pasado y su día a día. Es una isla imprevisible, mágica y llena de historia. Cerdeña es el resultado de un cúmulo de culturas que nos permite vivir su pasado y su día a día. Es una isla imprevisible, mágica y llena de historia. 

BAJA SARDINIA

La brisa del mar me da los buenos días mientras observo sentada cómo se mecen las suaves olas del mar, que parpadea por el incipiente brillo del sol. Todo está rodeado por enormes rocas, que simulan piedras ciclópeas debido a su enorme tamaño. Aun así, aparentan estar flotando sobre estas aguas, que ahora tornan rosadas, pues la caprichosa luz del sol ha cambiado y ahora sobrevuelan nubes del mismo color. Las gaviotas pasean por la superficie dejando resplandecer su elegante y ligero vuelo.

A través de esta nueva ventana, creada por las ramas de los árboles, contemplo el fluido movimiento de las luces de colores, provocado por el sol, que se recluye entre las bajas montañas. El aire es cada vez más fuerte y el olor a mar me cautiva el alma.

Sentada sobre una de estas rocas con vida propia, pienso en la pureza, en el camino de árboles que se ve a lo lejos, cual camino de la vida, en la que te topas con piedras y con momentos de camino llano y sosegado. Es una isla para reflexionar y poner en armonía todos tus sentimientos.

 Es la isla de la luz, de las montañas rocosas y del mar en calma.

Al bordear la orilla de la playa de Baja Sardinia, una ráfaga de viento inunda mi respiración. Se trata de una fuerza inesperada, poderosa y aparentemente invencible, que me impide escribir. En apenas unos minutos he descubierto que, en apenas unos metros de distancia, un mismo paisaje puede mostrar dos aspectos totalmente opuestos, pero unidos al mismo tiempo. Y es que, incluso en el camino de la vida, la calma se entrelaza con momentos de lucha y pasión, como las olas que rugen a lo lejos.