EL CAIRO, LA FUERTE, LA VICTORIOSA, LA MADRE DE TODAS LAS CIUDADES

    Así se la denomina en árabe y así es conocida por sus habitantes. Pero esta urbe es mucho más que eso. Capital de Egipto, es la mayor ciudad del mundo árabe, de Oriente Próximo y de África. Por sus serpenteantes calles confluyen más de 20 millones de almas dotándola de un colorido lienzo que atrapa al viajero.

    Fotos facilitadas por la Autoridad Egipcia de Turismo

    Caótica hasta el extremo, ruidosa, masificada y contaminada, esta ciudad atrae desde el momento que pones los pies en ella. ¿El motivo?…Después de recorrerla en varias ocasiones, aún no logro entenderlo, pero  que se trata de unas de mis ciudades esenciales y a la que siempre estaría dispuesta a volver, no tengo ninguna duda. 

    Nuevo Nº Septiembre 2021

    Vamos a sumergirnos en esta urbe de mil minaretes. Os presento a la imponente Al-Qahira.

    Ubicada en las riberas del fértil río Nilo, al sur de su delta, lo que primero verán tus ojos, si accedes por la carretera, será la meseta de Guiza con sus tres pirámides, la única maravilla del mundo antiguo que aún podemos contemplar. ¿No te parece esto ya suficiente magia para comenzar?…

    A tan solo 18 kilómetros de El Cairo y ya casi absorbidas por la ciudad, estas pirámides son también los monumentos más antiguos del mundo y cuando estás allí la emoción te embarga, pues a la vez que las sientes impresionantes, te das cuenta de lo pequeño que eres. 

    ¿Cómo lograron edificarlas en aquella época?… Deja volar tu imaginación y disfrútalas. 

    La meseta de Guiza con sus tres pirámides, la única maravilla del mundo antiguo que aún podemos contemplar

    Keops, Kefrén y Micerinos fueron los tres faraones que mandaron construirlas y cuyos nombres perdurarán para siempre, como las propias pirámides.

    La de Keops también es conocida como la Gran Pirámide, no hace falta decir el motivo. Su altura de 140 metros lo avala, así como su perímetro de casi 1 kilómetro.

    Por detrás llega Kefrén. Además en esta es posible aún ver el originario revestimiento de caliza blanca en su parte superior.

    La menor del conjunto, no por ello menos impresionante, es la de Micerinos

    ¿Te atreves a entrar en alguna de ellas?… Deja atrás los miedos y claustrofobias, te lo dice una que sabe de lo que habla, y cual Indiana Jones accede a sus tripas. 

    Un largo y estrecho pasadizo que serpentea hacia abajo te espera. No mires atrás, no pienses hasta donde te va a llevar. Solo escucha los latidos de tu corazón y sigue adelante. Al final merece la pena. No te voy a contar más…descúbrelo.

    Pero sí te diré que al salir de nuevo al aire fresco y al sol cegador de Egipto, sentirás que tu adrenalina se ha disparado hasta hacerte reír y llorar, todo en uno. ¡Único! 

    Bajamos hasta la gran esfinge, Abu el-Hol “Padre del Terror” como es conocida desde épocas antiguas. Se trata también de unos de los grandes misterios de todos los tiempos, pues las especulaciones de los arqueólogos sobre su fecha de creación aún siguen.

    Imponente, con su cuerpo de león y cabeza humana, mide cerca de 20 metros y algo más de 70 de longitud. Denota fuerza, quizás eso era lo que el faraón Kefrén quería dejar patente para que se convirtiera en el guardián de su tumba. De los vivos colores que la vistieron en el pasado ya no queda ni rastro, al igual que su nariz, desaparecida o desgastada. No culpemos de esto a Napoleón como se ha venido haciendo durante años y años. Ha quedado demostrado que el pequeño cabo no tuvo la culpa.

    No puedes marcharte de El Cairo sin pasar unas horas en su zoco más famoso y grande, el Jan el-Jalili

    Seguimos con nuestra ruta faraónica y nos encaminamos a la capital del antiguo imperio egipcio y del bajo Egipto, Menfis “Balanza de las Dos Tierras”. 

    Fundada por Narmer, primer faraón de Egipto sobre el 3100 a.C. se trató de un importante centro político y religioso donde además los faraones eran coronados.

    Hoy en día es un museo al aire libre en el que destacamos el Coloso de Ramsés II. Una monumental estatua de este faraón de 13 metros de altura en la que se pueden apreciar todos los detalles. Y la esfinge de alabastro esculpida en una sola pieza que podría haber pertenecido a la reina Hatshepsut. 4 metros de altura, 7 de larga y 80 toneladas de peso la suscriben.

    Nos encaminamos a su necrópolis o lo que es lo mismo, vamos a Saqqara. 

    Situada a unos 30 km al sur de El Cairo, fue en este lugar donde el primer arquitecto conocido del mundo, Imhotep, diseñó para el faraón Zoser una tumba con un diseño revolucionario, la pirámide escalonada. 

    Denominada antiguamente Dyeser Deyeseru «la más sagrada», es la construcción más notable de esta necrópolis y fue el prototipo de las restantes pirámides egipcias.

    Paseando por la necrópolis podrás ver muchas mastabas de miembros de la élite de este imperio antiguo, así como el Serapeum, lugar de enterramiento de los toros sagrados, Apis.

    ¿Me acompañas a uno de mis lugares favoritos del El Cairo?

    El Museo de Antiguedades Egipcias, en pleno centro de la ciudad, en la plaza Tahir, recordada tristemente por las revueltas de la primavera árabe del año 2011.

    Este museo con aire colonial posee (o poseía) más de 136.000 objetos clasificados de las diferentes épocas de la historia egipcia. Ha sido criticado por muchas instituciones por no tener espacio suficiente para exponer de forma correcta las obras, pero para mí es uno de los lugares más mágicos y auténticos que existen y que merece la pena recorrer sin prisa. Piérdete por sus salas que, es verdad que no tienen ni orden ni concierto pero en las que descubrirás verdaderas maravillas. 

    No te puedo ayudar más en esta visita puesto que muchas de las piezas han sido, o van a ser, trasladadas al nuevo y espectacular Grand Egyptian Museum, en Guiza.

    Este pasado mes de abril pudimos ver en directo cómo se trasladaban de un museo a otro todas las momias de reyes y reinas en un impresionante y real cortejo fúnebre.

    Tras su inauguración este museo se ha convertido en el más grande del mundo dedicado solo a una civilización y albergando más de 45.000 piezas únicas. 

    Una buena razón para volver a esta ciudad de nuevo.

    Hablemos de El Cairo islámico. Aquí las mezquitas y mercados harán de tu paseo toda una experiencia sensorial. 

    Entre las mezquitas que puedes visitar, quizás las más famosas sean las de Ibn Tulum, la más antigua y mejor conservada de toda la ciudad y la de Al-Azhar, una de las más grandes del mundo.

    Imperdible también recorrer la Ciudadela, en la que destacan la mezquita Mohammed Alí y el Palacio de las joyas. 

    La puerta de Bab Zuwayla se nos presenta como el último vestigio de la ciudad fatimí que fue en su día.

    Pero más allá de monumentos y mezquitas, el encanto de esta zona reside en sus comercios, cafés y puestos callejeros. Es en estos últimos donde verás palpitar la esencia y autenticidad de esta urbe. Detente, observa, déjate impregnar de sus aromas y de su colorido y disfruta.

    No puedes marcharte de El Cairo sin pasar unas horas en su zoco más famoso y grande, el Jan el-Jalili. Es aquí donde debes comenzar a caminar por sus estrechas callejuelas sin prisa, con calma. Actualmente existen alrededor de 900 puestos, así como restaurantes y cafés. En tu caminata encontrarás el callejón de las especias, el del oro, la plata, telas y alfombras, papiros y vasijas y un sinfín de souvenirs pensados para el turista. 

    Prepárate para regatear y ¡suerte!

    Al terminar, te aconsejo que repongas fuerzas en el café Al Fishawy, el más antiguo de El Cairo fundado en 1773 y en el que el ganador del premio Nobel de Literatura, Naguib Mahfouz, pasó incontables horas. Prueba un café egipcio y acompáñalo de una shisa. Ya sabes; donde fueres, haz lo que vieres. 

    Y si quieres conocer un lugar insólito y único, te animo a que te adentres en la llamada Ciudad de los Muertos o El´arafa. Si estás pensando que es un cementerio al uso, te equivocas. Lo que comenzó siglos atrás como un lugar donde se daba sepultura a los nobles se ha convertido en un barrio más de El Cairo. Un espacio donde conviven vivos y muertos, algunos de los primeros orgullosos de compartir alojamiento con las sepulturas de sus familiares, pero que en el fondo se han visto obligados a sobrevivir así por motivos económicos.

    Este extenso “barrio” cuenta con aproximadamente 7 kilómetros cuadrados donde se extienden las viviendas con patios de arena que en realidad son antiguas tumbas. Sin electricidad ni agua corriente, algunas viviendas son opulentos panteones con tumbas en el interior de lo que actualmente se han convertido en habitaciones. No te extrañe ver algunas cafeterías y tiendas. 

    Para visitarla, un taxi te puede hacer las veces de guía, mejor no apearse de él y simplemente ser un mero espectador.

    Hablando de taxis. No te sorprendas por el estado de los coches en la mayoría de las ocasiones, y desde luego tampoco lo hagas cuando como pasajero veas que toman las rotondas al revés, circulan por carriles contrarios o sortean a los viandantes que cruzan por mitad de la carretera, pues no existen casi los pasos de peatones. Es su forma de conducir, no solo de transportes públicos sino de todo tipo de vehículos. No hay leyes de circulación, o al menos no las cumplen. ¡Bienvenido a El Cairo!

    Y para templar los nervios nada mejor que acabar la jornada con un exquisito té acompañado de unos dulces. Te recomiendo el famoso Café Groppi, -ubicado en la esquina de Talaat Harb y Qasr El Nil, dos de las calles más importantes de la ciudad- que desde 1892 se convirtió en el emplazamiento más popular para ver y ser visto. Un lugar donde la historia y la nostalgia se dan la mano. Con un diseño art déco y delicados mosaicos en su entrada, fue fundado originalmente como un salón de té y hoy en día se ha convertido en todo un monumento histórico. 

    Es imposible condensar la historia milenaria de esta urbe en un artículo, tampoco en varias visitas, pues El Cairo es casi más un país que una ciudad. Pero en palabras del poeta francés Gerard de Nerval: “No me arrepentía de haberme establecido durante algún tiempo en El Cairo y de haberme hecho un habitante de esa ciudad, la cual es la única forma sin duda alguna de comprenderla y amarla”.

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