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    LOGROÑO, HISTORIA BAJO TUS PIES

    CAPÍTULO 1 INITIUM TEMPORIS S. X – XIV

    Por: Rosa María Sandín para Revista Fetén

    Nos encontramos enfrente del ayuntamiento, en la mediana donde la escultura a Alfonso VI. Estas son tres tallas en piedra que reflejan algunas escenas de la vida en el s. XI. Están aquí detrás de la del rey, que nos concedió la Carta Puebla a Logroño.

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    Logroño era un punto estratégico e importante en la economía y sociedad de la época. Por él cruzaba el Camino de Santiago, de gran fama en aquel entonces, y por lo tanto se movía mucha gente y daba vida a la localidad y al comercio. Además, era punto fronterizo entre el reino de Navarra y el de Castilla. Políticamente tenía su importancia. Es por esto, que el rey Alfonso VI, concede a la ciudad el Fuero, el poder de ciudad importante, con la Carta Poblada, que era un documento que le otorgaba a la localidad algunos beneficios económicos, terrenos… por parte del reino, por su puesto a cambio de una cuota, para poder impulsar la ciudad y poblarla; dale más vida. A partir de ahí se cobraron impuestos y se estructuró la ciudad de una manera más política y organizativa; hasta entonces los habitantes vivían ajenos a esas estructuras. Ello supuso el inicio de Logroño como lo entendemos hoy en día.

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    El Camino de Santiago lleva siglos funcionando; pero no era como ahora se le conoce. Ahora está todo modernizado, señalizado, protegido y perfectamente adecuado para los peregrinos que se ponen en marcha por distintos motivos. En aquel entonces, los que solían realizarlo eran muchos monjes, sacerdotes, obispos, algunos señores y terratenientes que ofrecían al Santo el sacrifico a cambio de una sanación o poder sobre una situación complicada en la familia. O por agradecimiento a escuchar sus ruegos. La gente de a pie, no tenía tiempo para dedicarlo a esos menesteres.

    Uno de los más conocidos peregrinos de la época, fue San Francisco de Asís. El Santo, pasó por Logroño en su recorrido hacia Santiago, pensemos que antes eran meses lo que suponía hacer el Camino. Para entonces, le precedía su fama de santero. Cuando llegó a Logroño, los habitantes le recibían con emoción y regalos; pero él prefería acercarse a los hospitales a ver a los enfermos. Se alojó durante su estancia en la ciudad, en casa del capitán Medrano. Su esposa pidió al Santo que intercediera por su hijo y que lo sanase, ya que estaba enfermo al borde la muerte. El santo obró el milagro y lo salvó. El capitán Medrano fue conocedor de este hecho encontrándose fuera de la casa, pero las noticias enseguida le llegaron. En agradecimiento a San Francisco, le ofreció unas tierras con una casa y torreón, donde el santo podría alojarse siempre que quisiera, ya que los sacerdotes no disponían de casa fija; se movían entre monasterios y misiones a realizar. Francisco entonces le pidió que levantase allí un monasterio en lugar de hacerla vivienda propia, para formar parte de la orden religiosa. El capitán así lo hizo, y a regreso del santo desde Santiago, bendijo el edificio, dando por formalizada la creación de una de las primeras estancias de la orden religiosa en España. Otros cronistas dicen que es la primera… Pero el caso es que se fundó y tiene su relevancia para la ciudad. Comienza a crecer como localidad en todos los sentidos. Esto es lo que recoge Ignacio Omaecheberría, de unos documentos del s. XVII.

    Los restos del monasterio se encuentra debajo de estos solares; algunos de ellos están aquí, en los jardines del Hospital Provincial. Esto eran tierras del Capitán Medrano que fue el primer gestor del Monasterio. Y ese fue uno de los primeros construidos en España de los franciscanos. De hecho, a su regreso el santo, quiso ver las obras. Date cuenta de que antes el camino duraba muchas semanas, meses, los medios no son los de ahora; y hacían el camino de ida y de vuelta. 

    ¿Sabes algo curioso del Santo? Es el que tiene el récord de milagros; se le atribuyen muchísimos, pero además en vida y después de muerto. Sobre todo, en temas de salud; siempre usaba el agua de alguna fuente, y se creía que eran aguas sanadoras. Anecdóticamente, él mismo padecía varias enfermedades por las que finalmente falleció joven, con 44-45 años.

    El caso es que, a causa de la existencia del Monasterio, se creó aquí, siglos después, el barrio de San Francisco, la escuela… Ahora está la parroquia al otro lado del río, cercana a donde nos encontramos. Se ha mantenido ese recuerdo.

    Hasta aquí, al inicio del puente de piedra, llega el camino desde Viana, último punto navarro, y entra en la ciudad cruzando el puente de piedra, el más antiguo de Logroño, que ya aparecía en ese fuero que te comentaba. Luego sufrió muchas remodelaciones, lógicamente. Su mayor objetivo era proporcionar un camino firme para los peregrinos; y de paso, para el comercio de empezaba a florecer. 

    Entramos en la ciudad en este punto. Se accedía por una puerta, que no se podía llamar de otra forma que la Puerta de San Francisco; ahora ya no está, claro. Aparte de las flechas que nos indican el Camino, tenemos otra marca que nos acompaña y que pasa desapercibida: las baldosas. Son amarillas por ser el color indicativo del Camino. Vamos a situarnos en el tiempo y la ciudad era poco más que estas calles antiguas. No había en esta época en la que hablamos, la famosa muralla que rodeaba la ciudad, que se construyó años más tarde. Tengamos siempre presente que Logroño era un punto importante de acceso de Navarra y el norte hacia Castilla.

    Cuando entramos en la ciudad una de las primeras construcciones importantes que nos encontramos, es la ermita de San Gregorio. En 1038, el Papa Benedicto IX envió a San Gregorio, obispo de Ostia (Italia), a La Rioja y Navarra para terminar con unas plagas de langosta que estaban arruinando las cosechas y causando grandes hambrunas en la población. Tras bendecir los campos y acabar con ellas, el santo inició una peregrinación a Santiago de Compostela, acompañado de su discípulo Santo Domingo de la Calzada. A su regreso, falleció el 9 de mayo de 1044 en esta casa.

    La antigua ermita era una pequeña construcción, realizada en sillería, de planta cuadrada, cubierta con bóveda de arista. Fue desmontada en 1971, tras el hundimiento del tejado un año antes, conservando el ayuntamiento de Logroño los sillares correspondientes a la fachada. Todas las piezas que la ornamentaban fueron donadas al Museo de La Rioja por la familia propietaria de la capilla.

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    Pero de todo esto, mejor puede hablar la Cofradía, que están todos los primeros sábados de mes por la mañana, explicando estos y más datos a todos los visitantes, de forma gratuita. Ellos son los encargados de mantener vivo el conocimiento sobre el santo y sus milagros.

    Años más tarde, se reedificó toda la zona de viviendas de la calle Ruavieja, reservando el Consistorio para su reubicación el espacio que había ocupado anteriormente. Gracias a la intervención del Club Rotario de Logroño y al Ayuntamiento de la ciudad, fue rehecha e inaugurada el 9 de mayo de 1994, día de la festividad de San Gregorio. En ella se montó la fachada original de sillería, con una puerta en arco de medio punto con dos arquivoltas. En el interior, conserva un lienzo de San Gregorio, procedente de la ermita anterior, que fue restaurado por el Club Rotario de Logroño. Es una obra barroca de mediados del siglo XVII.

    Estos muros de la izquierda son de la Iglesia de Palacio, del claustro, muy conocida en Logroño y destacada por su cúpula en forma de aguja, con ocho caras. Pero mejor nos desviamos un poquito y vemos la entrada principal, si te parece. Mientras te voy contando. 

    Como te decía antes, el fuero de Logroño lo otorgó Alfonso VI, que fue el que dio poderes a la ciudad para que fuera tal y creciera. Bueno, pues otro apoyo importante para ese crecimiento, además del camino, fue el Hijo del rey, Alfonso VII (por cierto, he de decir, como anécdota también, que su madre Doña Urraca de León, fue la primera mujer en gobernar como reina de pleno derecho en España, no fue Isabel I, la católica. De hecho, otra curiosidad, es que Isabel no reinaba en Aragón, solo en Castilla; y su marido Fernando hacía lo propio en las tierras de su mujer, con lo cual, lo de “tanto monta, monta tanto”…). El caso es que Alfonso VII se hizo aquí un palacio, este era su palacio para cuando visitaba la ciudad. La iglesia se llama Iglesia Imperial de Santa María de Palacio ya que la donó el rey en 1130 para que se erigiera la primera fundación de la orden del Santo Sepulcro en el Reino de Castilla. Gracias a dicho soberano la iglesia ostenta también el título de imperial. 

    Si seguimos por las mismas calles que son el paso tradicional del Camino de Santiago. Aquí tenemos el albergue municipal, uno de los mejor preparados de todo el recorrido. El primer peregrino datado en Logroño es Gotescalco (o Gotescalc), obispo de Le Puy-enVelay, en el año 950.

    El camino se hace al andar, que decía Machado, pero el Camino, con mayúsculas, ha tenido a lo largo del tiempo el poder de hacer pueblos y ciudades. De manera que la propia Logroño debe su existencia, en parte, a la ruta jacobea, en concreto, al desvío en su trazado que realizó el rey Sancho III El Mayor hacia tierras riojanas. Las peregrinaciones a Santiago tienen su origen en la Alta Edad Media, cuando se descubrió la tumba que contenía las reliquias del Apóstol. Aquel trazado primigenio discurría por el litoral Cantábrico, alcanzando Santiago de Compostela y Finisterre. No será hasta el siglo XI cuando la peregrinación a Santiago se consolida como uno de los más importantes caminos de la cristiandad. 

    Sancho III El Mayor, que fue rey de Pamplona y estando en Nájera, decidió que el Camino de Santiago debería pasar por Nájera. Para recorrer el trayecto entre Pamplona y Nájera y la ruta jacobea se encontró con Logroño. El flujo de peregrinos reactivó el área de la antigua Vareia romana, creando una ciudad en torno al Camino, de la que nos han quedado las calles Ruavieja y Barriocepo. 

    Para acceder a Logroño fue necesario saltar el Ebro. Esto se consiguió con la construcción del puente de piedra, que según cuenta la leyenda fue levantado por San Juan de Ortega, discípulo de Santo Domingo de la Calzada. Una vez cruzado el puente, se atravesaba una puerta (San Francisco) y el camino accedía a la ciudad. Dice Bruno Calleja en una de sus crónicas.

    Si seguimos la ruta marcada pasaremos por el antiguo convento de la Merced, situado aquí, donde el Parlamento. Era del s XIII en sus orígenes, aunque lógicamente, también muy reformado y destruido en diversas ocasiones. 

    El monasterio ocupaba lo que es ahora el Parlamente, la Biblioteca y hasta la sala Amós Salvador. De ahí el nombre de la calle. La Orden de la Merced se fundó en la ciudad Condal el 10 de agosto del 1218. Uno de sus fines era el rescate de los cautivos, el proteger a los romeros de diversos peligros. 

    Hay vestigios que los Mercedarios se asentaron en Logroño a finales del siglo XIII.  

    Seguimos viendo cómo empiezan los años de esplendor, solo empiezan, en estos siglos y cómo le van dando vida a la ciudad. Otro de los puntos importantes a comentar, y creo que ya el último por hoy es el monasterio de Valcuerna, que no de Valbuena como se le conoce ahora.

    Eso es algo curioso. Ya en el siglo XII existía el monasterio en cuestión, al otro lado del muro del revellín. Hoy en día permanecen las ruinas y se está a la espera de continuar las excavaciones. Está precisamente situado al lado de donde estaba el edificio principal de la Inquisición, que también lo dejamos para el capítulo de finales del medievo comienzos de la edad moderna.

    En las excavaciones se han visto distintos niveles del terreno en función de las diferentes construcciones que se han ido creando encima de Santa María de Valcuerna, se ha descubierto la necrópolis exterior y molino. Siglos XII-XV. Vinculación con la infraestructura del Camino de Santiago y con la promoción institucional movilizada por el fuero de francos, concedido a Logroño en el año 1095.

    Por supuesto, existieron varias remodelaciones más adelante. Algunos de estos espacios funerarios específicos de señores que pagaron para ser enterrados aquí, como era costumbre por los más pudientes, han podido ser identificados. 

    Era, por lo tanto, bastante grande y ello daba la muestra de su importancia.

    Fuesen como fuesen los orígenes del recinto, las primeras alusiones documentadas sobre la primitiva iglesia del barrio de Valcuerna se remontan a 1054. De esos primeros momentos hay bastante documentación que demuestra que aquel era un lugar importante. Tanto, que la iglesia de Valcuerna quedó reflejada en el Fuero que el Rey Alfonso VI concedió a Logroño en 1095. Con el paso del tiempo, la iglesia, convertida en monasterio, fue adquiriendo gran poder e incorporó otros elementos, como un huerto y un molino, entre otros bienes. Según recoge también Bruno Calleja, muy interesado siempre en la historia de la ciudad.

    Pero, todavía nos quedan muchas más cosas que contar. Logroño es fetén y tiene mucho que descubrir bajo nuestros pies. Habrá que seguir en un próximo capítulo…

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