“Mi librería es dogfriendly. No entiendo los lugares donde los perros son rechazados. ¿Por? ¿Qué razón? Todo me parecen excusas”
Todos conocemos al Máximo Huerta escritor, periodista y televisivo, pero detrás –o más bien a su lado- de este gran hombre hay una gran hembra: Doña Leo. Sí, Doña. Y es que esta preciosa mestiza no sólo le acompaña mientras escribe sino que es jefa de su propia librería en Buñol, La librería de Doña Leo y quizás hasta su última novela, “París despertaba tarde”, puede ser que esté dedicada a ella. Como oyen, o más bien, como leen, y seguro que quieren saber más sobre Doña Leo y este lado menos conocido de Máximo Huerta. Pues tomen asiento que allá vamos.
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Lala Rod: ¿Cómo llegó Doña Leo a tu vida y cómo la ha cambiado? ¿Tiene algún significado especial la elección de Leo como su nombre?
Máximo Huerta: Doña Leo llegó por teléfono. Una amiga que tiene un centro de acogida de perros abandonados me envió una foto y un mensaje: acabo de encontrar en un contenedor a esta perrita. No pude sino enamorarme y llamar. Te llamarás Leo y te quedarás con nosotros. En ese momento tenía a otra perra rescatada que cumplía dieciocho años, viejita ya. Y convivieron las dos. Le puse Leo por Marisa Paredes en “La Flor de mi Secreto”. Una escritora. Un nombre al que añadí Doña para jugar.
L.R.: Dicen que los perros y sus dueños se parecen, ¿es vuestro caso?
M.H.: Pues últimamente mucho, no nos gusta peinarnos y adoramos el sofá. Paseamos sin rumbo y hablamos. Tiene mi temperamento, alegre a veces, romanticona otras.
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L.R.: ¿Cuáles son tus planes preferidos junto a ella?
M.H.: Estar juntos, bajar a la librería, sentarnos en un café, escribir mientras me mira, pasear por las huertas de alrededor de mi casa. Comer, (risas). Los dos pesamos más de lo que toca.
L.R.: Y ni más ni menos que jefa de una librería que además lleva su nombre, nos parece un regalo para Doña Leo precioso y más que sea su propia imagen, no se nos ocurre mejor embajadora. ¿Cómo surgió la idea?
M.H.: Leo es la primera persona del verbo leer. Leo viene de un refugio. Las librerías son eso, refugios. Esa fue la idea. Y es una perra preciosa, sin raza, mestiza… como todos los lectores: diferentes unos a otros.
Preguntas Frecuentes
“París despertaba tarde tiene los ingredientes de una gran historia de amor en el periodo más fascinante de la historia: los locos y alegres años veinte parisinos”
L.R.: Has empezado este 2024 publicando tu nueva novela, “París despertaba tarde”, ¿has estado en la “ciudad de la luz” con Doña Leo? En ese caso, ¿te fue fácil viajar con ella hasta Francia? ¿Cómo tratan en París a los canes? ¿Notaste mucha diferencia con España?
M.H.: No me gusta que los perros vayan en la bodega de un avión, así que no hemos ido a París. Tampoco puede subir en tren porque pesa 14 kilos. Pero sí que sé cómo tratan a los perros fuera de aquí, depende del lugar. Me gustan los cafés donde pueden entrar y los que, sin pedirlo, les traen agua. En Altea y la playa de Albir lo hacen.
L.R.: Y en este sentido, ¿cómo ves en nuestro país el tema dogfriendly? Y más concretamente la Comunidad Valenciana que es donde vivís ambos.
M.H.: Cada día más abiertos, más tolerantes, más dogfriendly. Mi librería lo es. No entiendo los lugares donde son rechazados. ¿Por? ¿Qué razón? Todo me parecen excusas.
L.R.: ¿Qué les dirías a todos los que nos tachan de extravagantes por querer, cuidar y mimar tanto a nuestros compañeros de vida peludos? ¿Aún nos queda mucho por hacer en nuestro país en lo referente a ser más amable y permisivo con ellos?
M.H.: Que no conocen el amor. Y que la “extravagancia” tiene un componente económico también. Si da trabajo, bienvenido sea. Si genera empleo, muy bien.
L.R.: En esta nueva gira de presentación de tu novela te va a tocar viajar mucho. Sabemos que optas por dejarla en casa, no sacarla de su zona de confort y nos consta que ambos os echareis de menos. Pero Doña Leo ya es toda una abuelita y es donde mejor va a estar. ¿Cómo se vive esta etapa con ellos?
M.H.: Me recibe con saltos y alegría. Y es bueno que se quede en casa, en su casa, en su manta, en su sofá. Además, así cuida de mi madre. Se miran y se hacen compañía. Deberías verlas juntas… eso es amor.
L.R.: De todos tus libros, ¿cuál crees que es el preferido de Doña Leo? ¿Le has dedicado alguno?
M.H.: “Adiós, pequeño” es mi particular Platero y yo con ella. Tiene librería y tiene libro. Ese es suyo.
L.R.: Los que compartimos nuestra vida con estos increíbles animales solemos tener largas e interesantes conversaciones con ellos, ¿le consultas dudas creativas a la hora de ponerte a escribir una novela? ¿Te ha servido alguna vez de inspiración?
M.H.: Sabe cuándo me siento a escribir y se pone a mi lado, a mis pies. Nota que estoy concentrado. En algunos momentos leo en voz alta y ella me mira. Eso me encanta. Yo siempre digo que es mi primera lectora y mi mejor editora.
L.R.: Háblanos de “París despertaba tarde”… El título ya nos parece muy sugerente.
M.H.: Fueron unos años deslumbrantes, ingeniosos, insolentes… Los años veinte, los JJOO de 1924, una tienda en París y una mujer humilde que acaba de ser abandonada. Tiene los ingredientes de una gran historia de amor en el periodo más fascinante de la historia: los locos y alegres años veinte parisinos.
L.R.: La creatividad es algo innato, nunca cesa y seguro que en tu cabeza ya se está gestando otro proyecto, ¿es así?
M.H.: Así es. Y creo que os va a gustar.