Qué difícil es la vida para las personas altamente sensibles, o simplemente para las personas en general.
En esta sociedad cada vez más inmune o impasible hacia el dolor ajeno la empatía brilla por su ausencia y el ego campa a sus anchas junto a la envidia y la soberbia, el orgullo y la frustración están a la orden del día. Normalizamos la violencia, normalizamos actos que realmente son terribles. Los medios de comunicación nos bombardean mañana, tarde y noche con las peores noticias; y yo me pregunto si eso es realmente sano y necesario para nosotros.
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Suscribirme¿Cómo nos afecta conocer las barbaridades que ocurren en el mundo?
Ya es suficientemente difícil la vida, el día a día, lidiar con nuestros problemas y poder mantener una buena salud mental tan importante y tan frágil y a la que tenemos que cuidar y proteger como nuestro bien más sagrado. Sin buena salud mental la vida se vuelve cuesta arriba. La salud mental es la base, los pilares fundamentales de nuestro cuerpo y alma. Poder vivir la vida con alegría, poder ser positivos y asertivos, poder luchar en buenas condiciones mentales ante los obstáculos que la vida nos pone en el camino.



La vida está llena de retos, de personas para las que el sencillo acto de levantarse de la cama es un gran triunfo así como el poder acudir a su puesto de trabajo disimulando su tristeza. Convivir con los traumas o cicatrices que todos llevamos maquillados para que no se vean, sonreír cuando estás llorando por dentro o sentirte absolutamente solo rodeado de gente, lidiar con la culpa, con el desengaño amoroso o amistoso… llevar eso día a día ya de por sí es algo difícil. La lucha contínua contra la apatía, el cansancio, ir contra tu biorritmo y madrugar cuando tu cuerpo te pide descanso, aguantar situaciones o personas que te van mermando las ganas de vivir. La depresión es esa maldita enfermedad que todo lo ocupa y que invade nuestra vida por completo.
¿En qué momento hemos normalizado la violencia? Los niños crecen con los ojos pegados a pantallas que son ventanas abiertas a todo tipo de contenido. Porno, violencia, peleas, bullying, maltrato… Emiten las noticias a la hora de comer y mientras saboreamos el cocido que nos ha preparado nuestra abuela, madre o nosotros mismos vemos y escuchamos impasibles los asesinatos, la violencia más cruda, las catástrofes, los niños muertos en la guerra… y nosotros seguimos saboreando la comida y pedimos que nos pasen la sal inmunes ante algo tan bestia.
¿En qué momento a alguien le pareció buena idea qué debamos estar informados de todo lo que está ocurriendo? ¿En qué momento tuvieron prioridad las noticias malas del mundo ante las buenas?
¿Acaso no hay buenas noticias? Y ¿si los informativos cambiaran y sólo nos informaran de actos bondadosos? Reconciliaciones familiares, héroes anónimos que salvan gatitos, personas generosas que ayudan a los más necesitados. Estoy segura de que sería algo positivo que nos cambiaría la forma de ver el mundo y gotita a gotita seguiríamos el ejemplo, nos acostumbraríamos a que lo normal es ser bueno, que lo que no es normal es ser asesino ni maltratador. La violencia nos volvería a horrorizar y sería un despertar hacia lo más humano, la sensibilidad, la empatía.
Quizá todo sea una utopía. Podría ser un experimento social que podría cambiar la sociedad. Poner de moda ser buena gente. Que las canciones hablaran de amor y no como ahora que incluso en la música hay violencia, agresividad y sexualidad pornográfica.
No quiero que los niños crezcan viendo violaciones grupales y su primer acercamiento con el sexo sea el porno. Yo debo de ser una antigua, o como dice mi amiga Marta, debo de ser muy “vintage”, de otra época donde damos valor a los valores, nos emocionaba el primer beso, las caricias en el cine, el respeto y el buen gusto. La moda elegante, la galantería y la educación, que no tiene nada que ver con el machismo, en mi humilde opinión.
Esas modas de hacer retos virales que son tan tontas y descabelladas y que sólo ponen de manifiesto la ignorancia de quienes caen rendidos a llevar a cabo dicha bobada por un puñado de” likes”, por conseguir ser virales en redes sociales, algo que premia cada vez más la tontería en masa. Se premia ser el más borrego y tonto, se aplaude la ignorancia y nada es genuino, son copias de copias de copias que por un puñado de risas ajenas son capaces de abrirse la cabeza tirándose desde una farola o estar expuestos a cualquier tipo de ojos al otro lado de la pantalla.



Niñas y niños cada día más sexualizados cuyos ídolos son influencer o ciertas hermanas que sólo tienen en su vida la perfección física a base de operaciones de estética y mostrar sus lujos a una sociedad cada día más dismórfica. “La autoestima ahora se valida en “me gustas”. Una chica pone una foto ligera de ropa y automáticamente obtendrá el subidón de autoestima necesario. Las caras ya son todas iguales, con la misma nariz, mismos labios… y damos de lado nuestra genética, nuestros rasgos diferenciadores, no queremos ser nosotros, ansiamos ser esa chica que parece feliz y perfecta en sus redes sociales. Lo que no sabemos es que esa chica que parecía tan feliz se ha tirado de una azotea porque su vida ya no tenía sentido. Han aumentado los casos de suicidios. El mismo día del alumbrado de Navidad en plena Gran Vía una chica joven y preciosa subió un último post desde la ventana que daba a la calle madrileña donde todos esperaban con ilusión ver el alumbrado de esas fechas. Pocos se percataron de que el cuerpo de una joven caía desplomado desde un séptimo piso.
Malos tiempos para la sensibilidad. Pero igual que influyen las redes sociales en tan magnitud en belleza y moda, yo quiero ser influencer de valores y empatía.
Ahora que estamos más enfrentados que nunca por temas políticos donde todo vale con tal de ganar votos. Ahora que hay guerras que son genocidios y sigue habiendo tanta diferencia entre países ricos y pobres y no sólo países, también entre las personas y las clases sociales, yo quiero poner de moda desayunar con buenas noticias, quiero poner de moda los retos virales de ayudar y dar cobijo a los más necesitados, quiero que la noticia titular de la prensa sea la generosidad de esa gente inmensamente rica.
Me gustaría que los más pequeños vivieran sin asomarse a la ventada de las pantallas, y que la imaginación les invada y empiecen a imaginar cosas tan asombrosas que puedan hacer realidad cuando lleguen a adultos.
Ya os he dicho que son malos tiempos para las personas sensibles.
Deseo que igual que ahora florecen los cerezos en esta maravillosa primavera, todos tengamos esa metamorfosis que hace que un árbol aparentemente seco se llene de flores y de vida.
¡Pongamos de moda la sensibilidad!
Y tú, ¿qué opinas?