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    La trampa de la fama efímera: una reflexión desde FETÉN

    El postureo como modelo de vida

    Vivimos en una época en la que la fama se ha vuelto más accesible —y a la vez, más efímera— que nunca. Las redes sociales han convertido el “postureo” en una aspiración vital, sobre todo para los más jóvenes. Niños y adolescentes crecen rodeados de mensajes que glorifican el “tener” por encima del “ser”: viajar en jets privados, alojarse en hoteles de megalujo, mostrar una vida aparentemente perfecta en la que todo es felicidad y abundancia.

    El problema es que, detrás de esa fachada brillante, pocas veces se enseña la otra cara: el esfuerzo, el sacrificio, las renuncias o incluso la fragilidad emocional que muchas veces acompañan a esa búsqueda de reconocimiento rápido. Y cuando esa realidad se oculta, corremos el riesgo de transmitir a los más pequeños un modelo de éxito vacío, donde lo importante no es lo que se construye, sino lo que se aparenta.

    Cultura frente a banalidad

    Si algo defendemos en Revista FETÉN es la cultura. Porque la cultura no es un adorno, es la base que sostiene a un pueblo. Un pueblo que olvida, que no sabe, que no lee ni se informa, es un pueblo condenado a diluirse en la nada, incapaz de rebelarse contra lo que le oprime o manipula.

    Por eso nos preocupa ver cómo se normaliza esta corriente del famoseo y del postureo, que tantas veces nace y se alimenta en determinados programas de televisión. Espacios que tienen de todo… menos cultura. Donde se premian los bíceps, los abdominales y los cuerpos perfectos, mientras el nivel de conversación se hunde en la superficialidad más absoluta.

    Hace unos años, cuando alguien no sabía de algo, lo normal era callar, porque había cierta vergüenza de reconocer la propia ignorancia. Como dice el refrán: “El necio, cuando calla, parece sabio.” Hoy, sin embargo, parece que la ignorancia se ha puesto de moda. Muchos de esos personajes se jactan abiertamente de no saber quién fue Cervantes, Einstein o Magallanes… y hasta se ríen de ello, convirtiendo su falta de cultura en espectáculo televisivo que, para más sorpresa, logra audiencias millonarias.

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    Los héroes de la ignorancia

    De esos programas de televisión surgen los nuevos “héroes” de la ignorancia, convertidos en referentes mediáticos casi de la noche a la mañana. Personajes que comienzan a recibir cifras desorbitadas de dinero, y que, además, no dudan en presumir de ello. Y lo más preocupante no es solo lo que ganan, sino que arrastran consigo a legiones de seguidores que los toman como modelos de vida.

    Basta escuchar a algunos niños cuando se les pregunta qué quieren ser de mayores: “Yo, influencer. Yo, instagramer.” Esta respuesta, cada vez más común, refleja una tendencia que asusta. Porque esos mismos referentes basan su “éxito” en exhibir cuerpos perfectos y bronceados, viajes en jets privados y escenas de un lujo que poco tiene que ver con el esfuerzo real.

    El auténtico lujo, el que nosotros defendemos, es silencioso. Lo viven aquellas personas que han trabajado durante años con constancia, dedicación y talento, y que no necesitan gritarlo en redes sociales. Frente a eso, el postureo de quienes convierten la ostentación en su carta de presentación resulta no solo frívolo, sino peligroso.

    Mientras tanto, miles de jóvenes con estudios, con carreras universitarias y con formación sólida luchan por encontrar un trabajo digno, estable y justamente remunerado. Y ven cómo la balanza se inclina hacia quienes han hecho de la superficialidad un negocio. Aquí aparece otro gran problema: el intrusismo. Profesionales que deberían ocupar su lugar en el mundo laboral se ven desplazados por figuras que han transformado la banalidad en espectáculo y en negocio.

    El derrumbe del castillo de naipes

    Pero, ¿qué ocurre cuando a estos “reyes” del postureo se les cae la corona? La fama efímera tiene un enemigo implacable: el tiempo. Y cuando no hay formación, ni valores sólidos que sustenten esa popularidad momentánea, el desenlace suele ser previsible.

    Muchos de estos personajes, tras ganar cifras millonarias, gastan sin control y sin planificación. Algunos incluso deciden abrir negocios o invertir en proyectos para los que no están preparados, y, en lugar de rodearse de profesionales que les asesoren, se dejan llevar por la improvisación y la soberbia. El resultado es tan rápido como su ascenso: el dinero desaparece con la misma velocidad con la que llegó.

    Así, quienes un día presumían de vivir en la cima, de repente se ven en la ruina. No solo en la miseria económica, sino también cargados de deudas y con acreedores llamando a su puerta. Y, por supuesto, esa parte no se cuenta en redes sociales. Porque admitir el fracaso exige una valentía que rara vez acompaña a quienes han vivido del aplauso fácil y del brillo superficial.

    Este es otro de los grandes peligros de la fama efímera: no enseña a construir, solo a aparentar. Y cuando el castillo de naipes se derrumba, la caída suele ser estrepitosa.

    La conclusión FETÉN: cultura y lujo silencioso

    Conchi Castaneira
    Conchi Castaneirahttps://revista-feten.es
    Conchi Castañeira Directora de la Revista FETÉN. Nacida en Barakaldo hace unos pocos años y criada en Santurtzi, pueblo que llevo en el corazón. No me considero experta en nada, pero sí que me gusta saber de todo, quizás tenga algo de autodidacta. Viajando he aprendido que nada ni nadie es el ombligo del mundo y que la verdad absoluta no existe. Hablar y estar con mi gente es lo que me hace aprender y sentir que tengo los pies en la tierra. Amiga de mis amigos, como enemiga no tengo igual. Cada vez con menos pelos en la lengua y más heridas en el corazón, me considero una superviviente. Orgullosa directora de la Revista FETÉN, una locura que ya dura 10 años. Mi mayor aspiración, ser feliz. Ha habido momentos muy duros, pero creo que lo puedo conseguir. Parte de esa felicidad se la debo a dos seres de luz, Imanol y Noa.

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