La llaman la isla de los dioses, y Bali es eso y mucho más. Varias religiones conviven en armonía . Los balineses son muy tradicionales, cada mañana y cada tarde -a primera y última hora- puedes ver cómo hacen ofrendas a sus dioses, en pequeñas canastitas hechas con hojas de palma, con flores, arroz, galletas…Para pedir bendiciones en el día que empieza y para agradecer  cuando acaba. 

Texto y Fotos:  MARÍA ROSELLÓ

https://www.mariarossello.com/

Aunque no seas religioso, es muy bonito ver el ritual y te da paz. No se puede describir con palabras, pero el hábito, el parar del ritmo frenético, el olor del incienso, lo recordarás siempre. Personalmente me sorprendió mucho ese contraste. La paz que transmiten en sus rituales, la conciencia que ponen en el día a día en todo lo que hacen. Sin embargo cuando ves la velocidad  a la que conducen y la cantidad de tráfico, te cuesta reconocer que sea la misma gente que,cuando toca, para a realizar su ofrenda en silencio durante 10 minutos.

Nuevo nº Marzo 2020

Nos hospedamos en Bingin y fue una muy buena opción. Puedes encontrar varias cabañas y casas por poco dinero con unas vistas preciosas. Situadas encima de un acantilado, desde todos los alojamientos dispones de escaleras que te llevan a la playa de Bingin Beach, perfecta para los amantes del surf.

Para comer recomendaría dos lugares: El conocido Kelly’s Warung, con ambiente surfero y con unos smoothies y bowls riquísimos, en la misma  arena. Y The Cashew Tree, también con comida super sana y más relajado y holístico.

Ganesha
Estatua de Ganesha en la entrada del Kelly’s Warung 

Fotos:  MARÍA ROSELLÓ

Uno de los días lo dedicamos a hacer “turismo convencional”. Alquilamos un transfer que nos llevó a ver la danza del fuego, el mercado de Ubud, los campos de arroz de Tegalalang (archifamosos ahora por la película “Come, Reza, Ama”) y la cascada de Tegenungang. Una ruta muy turística, pero genial para ver mucho en muy poco tiempo. 

Porque aparte de la velocidad y maniobras “kamikaces”, el tráfico en Bali es lento y denso. Llegar a cualquier sitio te supone el doble o triple de tiempo a lo que estamos acostumbrados aquí. Para hacer 20 kms puedes estar entre 50 y 60 minutos fácilmente.

Foto :MARÍA ROSELLÓ

Ante todo os recomiendo simplemente pasear y observar. Disfrutar de los colores, de los sabores de la fruta fresca, del olor del incienso, de los monos corriendo y jugando, de la sonrisa y autenticidad de sus gentes. 

Al final viajar es eso, al menos para mí, empaparte de la cultura y de la gente del lugar. No imponer tus ideas y rutinas, sino adaptarte a sus ritmos y fluir.

Y los regalos que recibes son infinitos.