Por: Nuria Ventura
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SALAMANCA, CIUDAD DE LEYENDAS
Salamanca tierra mía de arte y sabiduría eres joya sin igual. Con estas palabras comienza la canción que el cantaor salmantino Rafael Farina dedicó a la tierra que le vio nacer.
Realmente no iba equivocado, esta ciudad perteneciente a la Comunidad de Castilla León ofrece arte por doquier, de hecho ella misma es puro arte.
Entramos por una de las puertas de las murallas, denominada la Puerta del Río que nos lleva directamente a la parte histórica de la ciudad. Una de las calles por las que pasamos, de nombre Tentenecio tiene su propia leyenda. Un monje agustino, Juan de Sahagún, llegado a la ciudad en el siglo XV fue de gran ayuda en las epidemias que devastaron al pueblo, una de ellas la peste. Pacificó a dos bandos que luchaban por el poder de la ciudad, el eclesiástico y el político. Se le atribuyen milagros, el más conocido del cual da nombre a esa calle, es el del toro. Un día que subía por una calle vio que bajaban corriendo una madre con un niño y un estudiante perseguidos por un toro, el monje se puso delante del animal diciéndole “tente, necio”, el astado dio media vuelta y se marchó. A mediados del siglo XVII fue canonizado, pasando a ser San Juan de Sahagún y nombrado patrono de la ciudad.
Empezamos el recorrido por el antiguo Palacio Episcopal utilizado durante la guerra como cuartel general, hoy en día convertido en una sala de exposiciones.
El conjunto Catedralicio formado por: La Catedral Vieja y la Catedral Nueva. Para acceder al interior de la vieja sólo es posible hacerlo por la puerta de la nueva, puesto que esta primera solo se abre para Navidad, Semana Santa, novenas a la patrona y bodas.
En una de las fachadas, la última piedra se colocó en 1.733 y no fue porque estuviese terminada, más bien por un problema económico, que se acentúa a medida que se va construyendo. Es la fachada más rica con diferencia, pero en 1.755 debido al terremoto de Lisboa cae la primera cúpula, a medida que nos vamos desplazando se observa la falta de dinero al no tener la suntuosidad de su comienzo.
A finales del siglo XV la ciudad despierta de su letargo, aumenta la población con estudiantes llegados de distintos lugares incluso nobles, y es cuando la Catedral Vieja se hace pequeña, deben buscar una solución. En lugar de destruirla comienzan un nuevo templo aprovechando algunos de sus elementos que lo componen.
En el interior de la Catedral Vieja la pieza más importante es un retablo elaborado por un pintor italiano y que se compone de 53 tablas representativas del Nuevo Testamento, pero sólo la parte evangélica. Como curiosidad decir que estas tablas no están colocadas por orden, por lo que hay que fijarse mucho para seguir su cronología. La primera representa el nacimiento de María. En la parte superior un fresco con un colorido excepcional simboliza el juicio final…..
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