La joya desconocida de Francia

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Ciudad de arte e historia, Poitiers es una urbe medieval sorprendente, acogedora e increíblemente hermosa. No sólo es un emblema del arte románico, sino que está rodeada por un espléndido río que refleja un entorno natural de ensueño. Con todo ello y el aroma a croissant recién hecho que se respira en sus pintorescas calles, Poitiers incita al visitante a pedir un deseo: no marcharse jamás de esta localidad única. 

Nuevo Nº Marzo 2020

Si disfrutas de la naturaleza..

Pasea por el río desde el Pont Neuf hasta el molino medieval “de Chasseigne”.

Sin duda, una de las panorámicas más sensacionales de Poitiers. La atmósfera de relajación que producen las pequeñas cascadas, el canto de las ranas y de los patos que sobrevuelan la ciudad son inigualables. Casas pintorescas, gallinas que juguetean en los jardines y gatos que observan la vida pasar desde su ventana. Pero eso es sólo el principio. 

El Parque Blossac es un lugar de encuentro con uno mismo. De repente tus pies se sumergen en un ambiente pausado y musical. Las ocas te saludan al pasar, los pollos holandeses se contonean con su esbelto peinado y los conejos gigantes se mueven con parsimonia. 

Si te encanta el arte… 

La Iglesia de Notre-Dame es profundamente bella. Con sus escamas que la decoran y los innumerables animales que ornamentan su fachada, parece que en cualquier momento va a cobrar vida. Datada del siglo XII, se trata de un importantísimo ejemplo de la arquitectura románica local, que destaca también por su interior, en el que se puede apreciar un original conjunto de pinturas al fresco, cuyo colorido contrasta con una oscuridad del ambiente que inunda el alma. 

La Catedral de Saint Pierre es imponente por su fachada y sus torres medievales, pero al mismo tiempo sus perfectas vidrieras románicas muestran su carácter delicado y profundo. Además, este monumento gótico de finales del siglo XII llama la atención por su sillería del coro del siglo XIII, uno de las más antiguas del país. 

El Baptisterio de Saint Jean, con su pequeño tamaño y sus impactantes pinturas murales, produce un gran recogimiento. Al entrar, una sensación plomiza recorre el cuerpo, quizás producido por el color de la arenisca y de sus gruesos muros. Utilizado originalmente para realizar bautismos por inmersión, fue construido en el siglo IV y es el monumento cristiano más antiguo de Francia. Reconstruido en el siglo VII, sus pinturas murales datan del siglo XI y, además, alberga un interesantísimo museo de arquitectura merovingia. 

Quiosco Revista iCruceros

La Iglesia de Radegonde sobrecoge por sus magníficas pinturas al fresco románicas, que se elevan en el coro de tal manera que parecen alcanzar el cielo. En contraste, en los más profundo de la iglesia se encuentra la misteriosa cripta del siglo X, que acoge la tumba de Santa Radegonde. 

El Museo de Sainte-Croix destaca por su magnífica colección de capiteles medievales, procedentes de las distintas iglesias de la región. Asímismo, otro de sus mayores atractivos es el conjunto escultórico ….

Este articulo esta disponible en el nº 30 de iCruceros