Hace poco leí por casualidad esta pregunta:“¿Te acuerdas de la primera vez que hiciste algo?”

Por: Nahia Laiz

La estoy citando de memoria así que ahora mismo no sé si era así o algo más bonita, pero venía a clavarse con ese mensaje directamente en mi corazón… Y en mis recuerdos.

Me quedé pensando unos minutos, por suerte podía permitírmelo (bendito regalo el de los minutos para reflexionar). 

Nuevo Nº Diciembre 2020

Por fortuna recuerdo muchas primeras veces. Lo considero una ventura porque cada “primera vez” de algo que recordé me trajo una punzada de esperanza, ternura y alegría. 

Nahia Laiz entre Candilejas

Tómate unos minutos antes de seguir leyendo y prueba. 

Hasta las primeras veces de los momentos más difíciles (la primera vez que te dejaron, la primera vez que te despidieron…) pueden ser un recuerdo tierno, bien mirado con distancia lo que entonces parecía un drama. 

Hace poco viví una “primera vez”: Fui al teatro después de 7 meses sin haber podido hacerlo y el retorno no podía haber sido para mejor. Vi “FARIÑA” en Matadero, magistralmente dirigida por Tito Asorey y me llevó de nuevo a esta reflexión y a la sensación que os comparto más adelante. 

De vuelta a casa, recuerdo a recuerdo, primera vez a primera vez, me di de bruces en mi memoria con la primera vez que estuve “entre candilejas”. 

Yo era muy pequeña. Habíamos ido en una de esas excursiones organizadas por el colegio a conocer el Teatro Arriaga de Bilbao, donde vivía. No me acuerdo en absoluto de la obra que vimos, ni siquiera del paseo por las entrañas del teatro, si es que lo dimos. 

Un único momento nubla todo lo demás: Al terminar la visita sentí que me apetecía mucho quedarme sola. Escuchaba las voces y las risas de mis compañeros y compañeras de clase como si estuvieran muy lejos. Las profesoras iban indicando que nos levantáramos de las butacas – ¡aquellas butacas! – y fuéramos saliendo del teatro de manera ordenada. 

Yo creo que cogí mi abrigo muy despacio, me levanté muy despacio, miré hacia mi derecha y vi una masa de adultos, niños y niñas que se dirigían a la puerta de salida por el pasillo central. 

No sé cómo me fui quedando sola y las luces de la sala se apagaron. En lugar de seguir a mi grupo caminé en sentido contrario y respirando con cautela, saboreando lo prohibido, subí los escalones que daban al centro del escenario. Una vez arriba me di la vuelta. Estaba todo muy oscuro, sólo quedaban las luces de emergencia a los lados de los pasillos y un resplandor al fondo que se colaba por la puerta entreabierta. 

El silencio tan poderoso, el juego de luces y sombras, el olor…Recuerdo con todos los sentidos cómo fue estar sobre un escenario por primera vez, aunque la función aún no la protagonizaba yo… O sí, pero no lo sabía. 

Para mí fue similar a la historia de Obélix, que se cayó de pequeño en la marmita de poción mágica. Desde entonces, cada vez que piso un escenario – ya como actriz – me recorre esta sensación. Parece que se quedó pegada a mí y no hay tiempo que pase que la pueda borrar. 

Por eso aplaudo siempre en el teatro (a veces flojito, lo reconozco), pero es que a quienes veo sobre el escenario y a su alrededor me parece que tienen que estar sintiendo algo así de hermoso y que han de ser también valientes para exponerse. Eso hay que honrarlo. 

Dicho esto, no todo me vale y no invito a celebrar cada cosa que se vea, porque…Hay cada cosa que “pa qué” pero esto da para otra columna completa.

Post data: 

El otro día fui al Teatro Español con alguien que entraba en la sala grande por primera vez. La sensación que me transmitió al entrar y cuando salimos fue muy parecida a esta que describo como “mi primera vez”. 

También hay mucha gente del público que me ha hecho devoluciones tan gratas al ver uno de mis trabajos como “nunca me había planteado algo así” / “es la primera vez que siento algo como esto” / “nunca antes me había permitido llorar en público” o “nunca pensé que esto pudiera ocurrir” … Así que una vez más, ¡viva el teatro que expande primeras veces!

¿Y tú? ¿Has recordado ya las tuyas? 

Me lo puedes contar en @nahialaiz si gustas. 

¡Hasta pronto!

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GRACIAS. Es la mejor palabra que se me ocurre para comenzar este texto. Hablar con Conchi e Imanol sobre su proyecto de Icruceros, sobre su visión de la vida, del cine y del teatro, es un regalo. COLABORAR CON ELLOS EN ESTA SECCIÓN ES UNA ILUSIÓN CUMPLIDA. Soy actriz de profesión y de corazón, aunque además de crear personajes – dispares, por suerte – una de mis pasiones y fuente de expresión más íntima siempre ha sido la escritura.