El concepto de lujo lleva tiempo alejándose de la ostentación para acercarse a lo esencial: lo auténtico, lo cuidado, lo sostenible. Y en ese cambio silencioso, incluso el desayuno —ese primer ritual del día cuando viajamos— se ha convertido en un termómetro de lo que entendemos hoy por experiencia exclusiva.
Porque, seamos sinceros: ¿qué es para ti un verdadero desayuno de lujo?
¿Recorrer metros y metros de buffet, con infinitas opciones que muchas veces acaban sobrando, o sentarte cómodamente desde primera hora de la mañana y elegir de una carta selecta, con productos de temporada y elaboraciones pensadas al detalle?
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SuscribirmeEl debate está servido. Por un lado, el buffet sigue teniendo su magia: la sensación de abundancia, de poder probar un poco de todo. Pero también está la otra cara: el exceso, el desperdicio, la falta de pausa. Frente a ello, surge la alternativa del desayuno a la carta: menos opciones, sí, pero de mayor calidad, con el cuidado de lo artesanal y el sabor de lo cercano.
Revista Fetén
Y quizás el futuro esté en el punto medio: propuestas híbridas que combinan la libertad del buffet con la precisión de una carta, pero siempre con una premisa clara: menos derroche, más experiencia. Porque si el lujo de hoy son sensaciones, ¿qué mejor que empezar el día con una sensación memorable?
Muchos viajeros lo confirman: después de una buena cama, el desayuno es lo más importante en un hotel. No es solo una comida, es el inicio del día, el momento en el que uno decide cómo quiere vivir la jornada. Un desayuno puede ser rápido, funcional… o puede convertirse en un auténtico ritual, en una experiencia que prolongue la magia del viaje.
Y entonces la pregunta queda en el aire:
¿para ti, el lujo es cantidad o calidad?
¿Abundancia sin medida o selección cuidada?
¿El espectáculo de un buffet sin fin o la calma de un desayuno servido con detalle?
El lujo cambia, y con él, también lo hace la manera de empezar el día.
La pregunta queda en el aire…
¿Qué prefieres para empezar el día: recorrer metros de buffet sin saber por dónde empezar,
o sentarte cómodamente y elegir en una carta con platos de mercado? ¿Mucho o bueno?
¿Cantidad o calidad? ¿Libertad total o selección con intención?