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    ¿Se puede comparar un glamping con un hotel de 5 estrellas gran lujo?

    El debate está sobre la mesa: ¿de verdad podemos poner al mismo nivel una tienda de campaña “de diseño” en mitad de la naturaleza con la experiencia de un hotel cinco estrellas gran lujo?

    Yo, sinceramente, no lo creo. Y lo digo desde la experiencia. Nosotros, como expertos en hoteles de lujo, hemos realizado un estudio y hemos comparado de manera completamente objetiva diferentes glampings con diferentes hoteles de gran lujo. Y, a partir de ese análisis, hemos llegado a las conclusiones que desarrollamos en este artículo.

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    AspectoHotel cinco estrellas gran lujoGlamping
    UbicaciónEnclaves exclusivos: playas, viñedos, montañasEntornos naturales: bosques, praderas, ríos
    ConfortSuites climatizadas, insonorizadas, con diseño de lujoTienda glamurosa con ciertas comodidades, pero limitada
    Servicio24/7, conserjería, chefs, spa, mayordomosAutogestión o servicio reducido, desayuno ecológico
    ExperienciaLujo, exclusividad, atención personalizadaConexión con la naturaleza, aventura, originalidad
    Perfil del viajeroExigente, busca perfección, alto presupuestoExplorador, joven, busca alternativas y experiencias nuevas

    Naturaleza: no es exclusiva del glamping

    Se tiende a vender la idea de que el glamping ofrece paz, serenidad y un entorno natural único. Pero… ¿acaso no lo ofrecen también los grandes hoteles de lujo?

    Muchos de ellos están situados en enclaves privilegiados: frente al mar, en mitad de un viñedo, en plena montaña o en el corazón de un bosque. Esa sensación de desconexión y de entorno idílico no es exclusiva de un glamping. Los hoteles cinco estrellas la ofrecen con la misma intensidad, y además añaden lo que el glamping nunca podrá dar: infraestructura y servicio impecable.

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    El servicio: la gran diferencia

    Un hotel de gran lujo no solo te da un entorno. Te da un servicio integral:

    Desayuno en la cama o en tu propia suite, servido con el mimo y la profesionalidad de un equipo.
    Restauración de alto nivel, con chefs reconocidos, menús diseñados y catas que marcan tendencia.
    Wellness y spa con tratamientos exclusivos.
    Conserjería 24 horas, mayordomos, atención inmediata.

    En un glamping, aunque te ofrezcan una cama king size y un desayuno “eco”, no es lo mismo. Falta la estructura, falta la sofisticación y falta la seguridad de un servicio de lujo constante.

    La habitación: suite vs. tienda de campaña

    No podemos equiparar una suite de hotel con una tienda de campaña, aunque sea “glamurosa”.

    Una suite significa espacio, climatización perfecta, insonorización, materiales nobles, diseño cuidado hasta el último detalle. En un glamping, aunque pongan madera y cristal, no deja de ser una estructura precaria en comparación. Y no podemos olvidar algo básico: insectos, moscas, cambios de temperatura, humedad… El confort nunca es el mismo.

    El turista: no es el mismo perfil

    Tampoco el viajero es el mismo. El cliente de un cinco estrellas gran lujo paga por exclusividad, por un nivel de detalle que roza la perfección. El precio ya marca la diferencia, porque detrás hay un estándar internacional de calidad y exigencia.

    Un glamping puede ser una experiencia divertida, alternativa, diferente. Pero no se mueve en la misma liga.

    Está muy bien que el viajero tenga distintas opciones: experiencias más cercanas a la naturaleza, fórmulas desenfadadas o, por otro lado, propuestas de lujo con el máximo nivel de servicio. Esa diversidad enriquece el panorama y permite que cada uno elija en función de su presupuesto, de su momento y de lo que realmente busca en un viaje.

    Ahora bien, tras analizar diferentes estudios comparativos, lo que vemos con claridad es que no se pueden equiparar. Por mucho que se intente vestir una experiencia de camping con ciertos elementos de confort, no alcanza los estándares, el servicio ni la sofisticación de un establecimiento de gran lujo.

    Respetamos todas las opciones, pero lo que no compartimos es que se intente vender como “igual” lo que claramente no lo es. La libertad del viajero pasa por elegir sabiendo lo que contrata, sin confusiones y sin maquillajes. Porque, en definitiva, lo que no queremos es que se nos dé glamping por liebre.

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