Con estas perspectivas estudiadas de antemano, ya teníamos muy claro que en esta escala nos dedicaríamos a ir a la playa.
A las 8 de la mañana desembarcamos. Como en todos estos puertos una lanzadera nos esperaba para dejarnos a la salida del mismo. Allí se encontraba un verdadero despliegue de taxis. En cuanto bajamos del bus y casi por arte de magia, nos vimos rodeados por todos los taxistas. Fue una situación agobiante que hasta el momento no nos había pasado en ninguna otra escala. Después de un duro regateo y presenciar como los taxistas se peleaban entre ellos rivalizando en quien se llevaría el gato al agua (el gato éramos nosotros); hubo momentos de verdadera crispación, pues nos trataban como a tontos en nuestra presencia y sin ningún disimulo. Después de todo esto y por fin, acordamos el precio. Nuestra intención era ir a pasar la mañana a un complejo de playa llamado «Sandy Beach», a unos 35 minutos del puerto. El precio que acordamos fue de 15 euros la ida.
Hasta llegar allí el trayecto trascurrió por toda la zona portuaria llena de grandes contenedores, fábricas y refinerías. También pasamos por la universidad, un edificio nuevo y muy cuidado, y varios barrios todos también de nueva construcción.
Llegamos al complejo, al cual accedimos pagando 16 euros por los dos. Esto te daba acceso a utilizar tumbonas, toallas, sombrillas, piscina, vestuarios y servicios. También disponía de bar, tienda y restaurante. Fuimos los primeros en llegar y nos dispusimos a tomar posiciones en la playa, justo enfrente de un islote conocido como Snoopy Island, por el parecido que tiene con el famosísimo perrito creado por Schulz.
Nos decepciono un poco la temperatura del agua, mas fresquita que en Dubai, se notaba que aquí es el Golfo de Omán el que baña estas costas. Hubo gente que se quejaba de que estaba fría, pero como nosotros somos del norte y el calor empezó a apretar, enseguida nos bañamos para refrescarnos. Lo peor de todo fue que según la mañana iba cayendo la arena se convirtió en un verdadero brasero y la pequeña distancia que había entre las tumbonas y el mar resultaba complicada e incluso dolorosa, hacerla tanto descalzos como calzados. Por lo cual optamos por la segunda opción, que era la piscina, la cual estaba caliente, casi parecía un jacuzzi. Otra cosa que a mí personalmente me hizo desistir del baño en el mar, fue que me tope con varias medusas, muy pequeñas, pero medusas al fin y al cabo y como dice el refrán «mas vale prevenir que lamentar».
La mañana trascurrió tranquila y relajada, playa, refrescos y sol, mucho sol. En el mismo complejo también se podía practicar, pago a parte, diferentes actividades acuáticas, como buceo, canoa, etc.
A las 13.00 horas nos cambiamos y nos dirigimos a la salida, donde de nuevo nos esperaban varios taxistas al acecho de su presa. Otra vez la misma operación y pactando de nuevo el mismo precio que a la ida, nos encaminamos al puerto.
Cuando llegamos vimos que justo al pie del barco habían instalado una especie de mercadillo local con artesanía y suvenir varios.
Ya en el camarote y tras una ducha fuimos a comer. Después lo normal cuando uno está de vacaciones y tiene tiempo, es decir, una buena siesta.
Esa noche tuvimos la primera cena de gala del capitán, así que por la tarde no dispusimos a prepararnos para ir al teatro y después a cenar.
El ambiente se notaba alegre y de fiesta y ya navegábamos hacia otra de las escalas fuertes del recorrido…..Abu Dhabi.
