


Por :Alejandra Inza
Este fin de semana la despedida del verano en La Rioja vino acompañada de unas lluvias que parecían no dar tregua. A pesar del agua, nada impidió que todo el pueblo de Badarán se implicase por completo en uno de los eventos más esperados del año para el municipio sopero: la novena edición del certamen nacional e internacional de microteatro Badarán que hablar.
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Este certamen, creado por la asociación sin ánimo de lucro con el mismo nombre, cumplió su cometido ya que, tras comenzar el 4 de agosto la venta presencial de entradas y el 6 de agosto la venta online, para el día siguiente las entradas (más de mil) ya estaban agotadas por completo pese a haber añadido este año una sesión extra a cada día.
Del 30 de marzo al 1 de junio fue el plazo para presentar las candidaturas para este certamen. Tras una ardua tarea de selección, de las ciento cuarenta y cinco candidaturas presentadas por artistas y compañías teatrales, se eligieron las cinco obras finalistas que el público ha podido ver representadas los días 30 y 31 de agosto y también votar para elegir a la ganadora.
Revistas Fetén
La Revista Fetén tuvo el placer de acudir a la primera sesión del viernes. Tras la primera sesión de las 16:30, vimos como la plaza del Ayuntamiento comenzaba a llenarse de nuevo a las siete de la tarde por el personal y los voluntarios del certamen, que organizaban al público en cinco grupos distintos. A cada asistente se le otorgó una copa de vino para que fueran rellenándola del excelente vino de las bodegas locales donde irían teniendo lugar las representaciones, a la vez que comían algo para picar. El grupo en el que nos encontrábamos era muy variado, más de cuarenta personas de distintos lugares: riojanos, vascos y madrileños. Esto nos habla del interés que hoy en día sigue suscitando el teatro, la cultura y el paisaje riojano para mucha gente.
Fuimos conducidos por las calles del pueblo hasta las diferentes bodegas acompañados por una guía perteneciente a la organización del certamen que nos habló del pueblo, de su historia, de las bodegas y nos introdujo cada función. Es agradable cuando alguien hace las cosas porque las disfruta y siente pasión por lo que cuenta, ya que con su alegría nos implicó a todos y aprendimos cosas nuevas.
El primer lugar que visitamos fueron las Bodegas Martínez Alonso cuyos barriles, elevados hasta el techo, constituyeron el escenario perfecto para la primera representación: SOBRAN PALABRAS, de la compañía Serendipity Teatro. Esta obra logró, al estilo del cine mudo, romper por completo el hielo y hacer reír al público. La escenografía, la gestualidad de los actores (Lorena Cruz, Juanjo Domínguez y Juan Ángel Melero) y su interactuación constante con el público la hicieron destacar, como lo hizo el speech final sobre el amor.
Después, caminamos bajo nuestros paraguas hasta la lonja donde empezó todo: donde tuvieron lugar las primeras representaciones de este certamen. Allí, vimos representada LA CHINA, una obra basada en el texto de Antonia San Juan y dirigida por Nastasiia Shapoval (compañía Obrador Escénika). En el escenario vemos iluminada la barra y la mesa de un bar recreado con sumo detalle. Nos colamos en una conversación entre dos personas que se lanzan palabras hirientes. Hace casi sentir incómodo estar ahí escuchando sus intimidades. Pero lo que en un principio parecía una conversación entre dos personas toxicómanas que no iba a llegar a ningún lado, comienza a generar empatía porque los actores (Paola Tarantino y Jesús Carrera) actúan con tanta sinceridad que hace inevitable reflexionar acerca del valor de la sinceridad y de la amistad y que, si ambas van unidas, mucho mejor.
La siguiente representación: ¡SHHH!, tuvo lugar en una casa de los viñedos El Pacto. Resultó la obra más inusual y original del quinteto pues se trataba de una obra de improvisación gestual. Esta función, creada, dirigida e interpretada por Rubén Hernández y Edu Ferrés (Compañía Improclan), nació, en parte, allí mismo, porque los actores, empleando su propia anatomía (gestos, movimientos corporales, onomatopeyas), crearon una situación y personajes nuevos para ellos a partir de un refrán escrito en un papel por uno de nosotros y escogido este de manera aleatoria entre todos los que allí nos encontrábamos.
De la risa e incredulidad pasamos al llanto en la bodega Rivalia con la penúltima obra del certamen: RESERVORIO, creada, dirigida e interpretada por Roberto Cerdá. Se trataba de un monólogo mantenido durante catorce minutos por un hombre llamado Miguel que tras la expansión de una enfermedad contagiosa, lleva meses recluido en un almacén para evitar que lleven a su perro al reservorio. La despedida de ambos causó lágrimas entre muchos espectadores. Roberto Cerdá parecía creerse realmente lo que estaba diciendo, por ello logró conmover al público.






Volvemos a reírnos a carcajadas con la última representación en las Bodegas David Moreno. El solemne ambiente de la bodega, los tonos marrones y beiges de las paredes de piedra y los barriles de vino contrastaban de pronto con la escenografía de colores azules y naranjas brillantes de la última obra: MARISCLOWN, creada, dirigida e interpretada por Yeyo Guerrero y Fernando Ibáñez. Nos encontramos ante una pecera y dos langostas gallegas, que se encuentran en un restaurante de lujo y cuyo final irrevocable imaginan durante toda la obra. Una de ellas, la que lleva mas tiempo, ya está resignada y acepta lo que le espera, sin embargo la última en llegar, María del Mar, primero no entiende nada, después entra en pánico y más tarde sigue pensando que su situación mejorará y conseguirán salir de ahí. Finalmente, se descubre que la pecera se encuentra en el barco del Titanic por lo que para ellas sí que va a tener un final feliz: regresar al mar. Las risas eran constantes, no había silencios que rellenar, salían sin poderlo evitar e inundaron la función. Una obra divertida, fresca e ingeniosa, capaz de alegrar un día lluvioso a cualquiera y que finalmente se desveló ganadora del certamen por decisión del público en una ceremonia celebrada la medianoche del sábado.
Las cinco representaciones son tan diferentes que eso las hace incomparables pero a la vez había algo que las había unido este fin de semana: el esfuerzo realizado por cada compañía. Cada función fue repetida cinco veces por sesión, es decir, diez veces el viernes y otras diez veces el sábado y solamente pesar en ello hace sentir una profunda admiración por todos ellos. Cada una a su manera, todas aportaron algo, nos hicieron pensar, disfrutar e inspirarnos. Y además, pudimos conocer Badarán y formar parte de una experiencia única en la que se fusionan la belleza del teatro, la vinicultura y el paisaje riojano. Si se lo han perdido, no se preocupen, lo bueno es que cada año se repite. Por ello, les recomiendo no perderse la próxima 10ª edición del Certamen internacional de microteatro BADARÁN QUE HABLAR.